Daredevil, un personaje en la perpetua búsqueda de equilibrio
Daredevil resulta un atractivo personaje en el que caben cualquier cantidad de contradicciones éticas, ontológicas, religiosas y más. El dicho popular dice: “La justicia es ciega”, de modo que el abogado Matt Murdock -ciego desde su infancia por un accidente que lo dotó de gran agudeza en el resto de sus sentidos-, corre con las de ganar en el ámbito de los vericuetos legales. Pero en aquellas ocasiones donde se trunque el accionar del largo brazo de la ley, Matt Murdock apela a una ambivalente noción de la justicia mediante su destreza en artes marciales que lo equiparan con un ninja y un temido vigilante conocido como “El diablo guardián de Hell´s Kitchen”.
Durante el 2015, Daredevil debutó como la primera serie realizada por Marvel Studios para Netflix. Las aventuras de este (anti)héroe de Hell´s Kitchen generaron una de las más cuidadosas producciones en lo que respecta a las adaptaciones de comics en el mainstream de superhéroes, consolidándose como un rutilante suceso para la audiencia y la crítica.
Daredevil marcó el sendero que hoy siguen otras producciones como Jessica Jones (2015-) y Luck Cage (2016-), o la inminente Iron Fist (2016-). La pantalla de la plataforma Netflix resultó el espacio idóneo para la realización de osadas producciones dedicadas a explorar relatos polémicos y oscuros de vigilantes urbanos, quienes a diferencia de los colosales Avengers, custodian la ciudad desde las azoteas, aunque atendiendo a sus problemáticas en el llano de pavimento.
La sociedad Marvel Studios-Netflix no perdió el tiempo y se arrojó de lleno a capitalizar el suceso logrado, pero alrededor de la serie acerca de Murdock aún circundaba la pregunta respecto a, ¿Se puede elaborar algo aún más contundente que la temporada anterior? Las respuestas no se hacen esperar al momento de echar luz a tamaña incertidumbre desde el primer episodio de la segunda temporada de Daredevil.
La inexorable atracción de los opuestos
Daredevil continua su infatigable cruzada contra el crimen, meses más tarde de haber logrado desenmascarar y entregar a las autoridades al magnate y filántropo Wilson Fisk, quien supo detentar las altas esferas del hampa de NY bajo el seudónimo de Kingpin. En tanto que en su vida personal, Matt Murdock, junto a su socio Franklin “Foggy” Nelson y su secretaria Karen Page, hacen lo imposible por atender las demandas de los vecinos más humildes de los suburbios de New York, tanto es así que nuestros abnegados “héroes de clase trabajadora” tambalean una y otra vez a la hora de pagar las cuentas de su estudio jurídico.
Si el conflicto imperante durante la primera temporada fue la relación y dicotomía entre Matt Murdock y Wilson Fisk, antagonistas que pretenden con métodos disimiles hacer del barrio de Hells Kitchen un lugar mejor, la puesta en marcha de sus métodos trazará ahora una peligrosa simetría entre ambos.
Durante esta segunda temporada, los showrunners Doug Petrie y Marco Ramirez, quienes reemplazaron a Steven S. DeKnight (Spartacus), subieron la apuesta definiendo el conflicto desde los conceptos opuestos de justicia planteados por Matt Murdock y la llegada de Frank “The Punisher” Castle. Mientras que uno es un justiciero enmascarado que abate delincuentes para entregarlos a los tribunales de justicia, el otro es un hombre azorado por un trauma psicótico decidido a castigar al crimen con la muerte como única solución posible.
Esta segunda temporada de Marvel´s Daredevil logra superar la excelsa calidad de su predecesora mediante la puesta en marcha de un enérgico conflicto imperante de absoluta densidad y cuidada factura argumental. El mundo del crimen organizado de New York se encontrara en jaque ante la amenaza que representa Frank Castle, un nuevo vigilante denominado “The Punisher”, dispuesto a erradicar la delincuencia de las calles de Nueva York con métodos muy radicales que difieren de la concepción de justicia aplicada por Daredevil. El caso es que The Punisher actúa como juez, jurado y ejecutor sin pruritos a la hora de matar y hacer justicia por mano propia. De modo que estas disimiles condiciones de justicia aplicada en las calles por Daredevil y The Punisher desatan un intenso conflicto entre ambos, que también podría debatirse desde el campo de lo ético y filosófico, no tardara en expresarse del modo más violento entre ambos justicieros.
Daredevil cuenta con un sólido elenco con personajes perfectamente integrados y calibrados a un relato que les otorga el tiempo de maduración para evidenciar la respectiva profundidad de cada uno de ellos. Charlie Cox es el encargado de manejar la dualidad y la búsqueda perpetua de equilibrio entre un Matt Murdock aferrado a la doctrina católica y al código penal, contrapuesto a su compromiso “paralelo” con la justicia, que da rienda suelta a su faceta de ninja y vigilante urbano conocido como Daredevil. En tanto que Elden Henson interpreta a un contrariado Foggy Nelson, quien debe lidiar con los cabos sueltos inherentes a la doble vida de Matt Murdock, su mejor amigo.
Resulta por demás interesante el vínculo de empatía/comprensión entre opuestos que se suscita entre Karen Page y Frank Castle, instancia que inmediatamente nos remite a personajes como Hannibal Lecter y Clarice Starling en El Silencio de los inocentes (1991). Karen Page Interpretada por la siempre impecable Deborah Ann Woll, buscara dar con la fibra más humana de Castle, evidenciando que es mucho más que la representación de un cruel e inescrupuloso vigilante urbano.
Frank Castle/The Punisher, guarecido por la prestancia y la catadura de un actor como Jon Bernthal, resulta un eje extraordinariamente desarrollado para el devenir argumental de la serie, apelando a toda la tradición del personaje en las viñetas como un justo opuesto de los métodos de justicia de Daredevil. El Punisher de Jon Bernthal logrará desde sus primeras escenas empatizar con el público, echando al olvido a las infames y anteriores caracterizaciones que padeció el personaje en la pantalla grande.
Los amantes contrariados
Se puede considerar a Elektra una de las mujeres más indómitas de la historia del comic, aquella figura de deseo que podría hacer claudicar al héroe de turno, por lo que Elektra Natchios es el gran amor de Matt Murdock en la universidad y la piedra en su zapato. Ambos se encuentran inmersos en un vendaval de disyuntivas que van a contrapelo de las convicciones y fundamentos de cada uno, pero el caso es que Elektra y Matt aun sucumben a una complicada e intensa relación que les es difícil evitar.
Elodie Yung personifica idóneamente a una Elektra muy cercana de la esencia de la celosa creación Frank Miller en Daredevil #168 (enero de 1981) enfatizando las virtudes seductoras y manipuladoras de esta femme fatale lejana de toda instancia maniquea.
Luego de la llegada de Elektra, la serie da nuevamente la bienvenida a Stick, interpretado magistralmente por Scott Glenn, como el mentor de los contrariados amantes, esta suerte de guerrero ciego y vagabundo, cual irónico y caustico Zatoichi, es el nexo del relato para dar la bienvenida a un mundo fantástico, a modo de homenaje al inconmensurable aporte de los mejores trabajos del artista Frank Miller en las viñetas de Daredevil a comienzos de los 80.
Desde una meritoria adaptación con vuelo propio, que evidencia la influencia de la prosa de Frank Miller, Ed Brubaker o Gath Ennis en el mundo del comic, esta segunda temporada de Daredevil se permite apenas despegar los pies en la tierra para vislumbrar una oscuridad y misticismo imperante entre la áspera, violenta y profunda impronta de esta rutilante serie ideada por Marvel y Netflix.
Por Javier Califano