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MES ALMODOVAR: Todo sobre mi madre (1999)

Mientras esperamos por el estreno local de Julieta (2016), de Pedro Almodovar, seguimos con nuestro MES ALMODOVAR, y presentamos el cuarto artículo.

Sobre todos mis hijos

“A Bette Davis, Gena Rowland, Romy Scheneider… A todas las actrices que han hecho de actrices. A todas las mujeres que actúan. A los hombres que actúan y se convierten en mujeres. A todas las personas que quieren ser madres. A mi madre”

 

Sobre un telon rojo se sobreimprime ese texto al final de Todo sobre mi madre, un homenaje a las mujeres, en el sentido más plural del término. La película narra la historia de Manuela (Cecilia Roth), quien trabaja en el area de transplantes de un hospital. Vive en Madrid con su hijo, Esteban, quien nunca conoció a su padre. En el día de su cumpleaños número diecisiete, Manuela lleva a Esteban a ver Un tranvía llamado deseo; a la salida de la función, Esteban muere en un accidente de tránsito. Pero estaba escribiendo un relato titulado también Todo sobre mi madre. Manuela decide entonces ir a Barcelona a buscar al padre de su hijo, y encontrará allí personajes tan intensos y diversos como la paleta de colores a la que nos tiene acostumbrados Almodóvar: desde una monja embarazada y con SIDA interpretada por Penélope Cruz hasta una mujer trans que se hace llamar Agrado, pues toda su vida vivió tratando de complacer a los demás.

Lo primero que vemos durante los títulos iniciales son planos detalle con fundidos encadenados de un paciente que acaba de morir en el hospital en el que trabaja Manuela. Gracias al estado de los órganos del paciente, otras vidas serán salvadas. Llama la atención cómo la película se toma bastante tiempo para mostrar todo el proceso del viaje del órgano, siendo que “por lo general aconsejan” que los primeros minutos de película nos metan de lleno en el tema que se va a tratar: sin embargo, Manuela luego deja su trabajo y el mundo de la medicina es abandonado. ¿Por qué este énfasis en esta acción? Quizás por la pregunta recurrente, de una respuesta difusa, por el lugar que ocupa el cuerpo en la conformación de la identidad, o cuánto de la identidad queda efectivamente en ese cuerpo. Manuela luego seguirá al corazón de su hijo muerto, solo para ver con sus propios ojos quién había sido el receptor, como si buscara en él algo de Esteban. Esto no se vuelve una persecución enfermiza, sino que una vez que Manuela encuentra al receptor, no volvemos a verlo. También hay allí algo de la idea del reemplazo de uno por otro o de la transformación: el corazón que era de Esteban ahora pertenece a otra persona, y se ha convertido a su vez en otro.

Este primer espacio de trabajo de Manuela en el Hospital es luego reemplazado por el teatro, donde comienza a asistir a una actriz. La película interactúa con All about Eve, Música para camaleones, García Lorca y, sobre todo A streetcar named desire: Manuela dice que ésta cambió su vida, aunque también su vida cambió la versión representada en el film. En la versión teatral original, Stella se queda con Stanley, pero en el film vemos repetidas veces una escena en la que Stella se va con su bebé (como en la versión cinematográfica de Elia Kazan), tal como hizo Manuela al nacer Esteban. Hay otra ficción que marca la vida de Manuela al pasar al espacio de su vida: justo antes de la muerte de su hijo, tiene que hacer una simulación de la muerte de un ser querido en el hospital.

El teatro es en el film un lugar donde todos son reemplazables con tal de que se cumplan los roles; Manuela llega a sustituir a una actriz que falta un día. El teatro también es ese lugar donde se juega a ser otros. Ya sobre el final, Manuela sustituirá a Rosa como madre del neonato Esteban. Además, el teatro es un lugar donde a fin de cuentas se narran historias. Para todos los personajes es imprescindible, casi vital, poder contar la propia historia, o simplemente contar historias. Las arcos de transformación de Manuela y Rosa están estructurados en gran parte en torno a si pueden hablar o no sobre lo que les pasó.

En Almodóvar, y particularmente en este film, la diferencia entre lo que aceptamos socialmente como “natural” y la verdad, pensada más cercana aquí a la autenticidad, se acentúa y es la segunda la que más peso tiene. Lo único que tiene Agrado de verdad son sus sentimientos y los kilos de silicona que lleva encima, como ella misma dice al contar la historia de su vida, que resume en la suma de sus cirugías y su precio. Rosa tiene una madre pero es Manuela quien cumple esta función en los hechos durante gran parte de la película, y una vez que Rosa muera será Manuela la madre de Esteban.

Queda entonces la pregunta, ¿Quién habla en ese mi del título?, si Manuela se convierte en Barcelona en madre de Rosa, la Agrado y luego de Esteban. Dada la aparente omnipresencia de la narración y de la cámara, quizás es un error limitarlo al primer Esteban.
Quizás Todo sobre mi madre es muestra a la vez con crudeza y con humor, de la interacción entre la ficción, la narración y la vida: eso que pasa entre el hospital y el teatro.

Por Laura García Lombardi

Acerca del autor

Laura García Lombardi

Estudiante de dirección de Montaje en la ENERC. Colaboradora de la sección CINE.