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Domingo RETRO: The Graduate (1967) de Mike Nichols

«Señora Robinson, está usted tratando de seducirme ¿No es así?»

 

Todos hemos oído hablar de “El graduado” (1967). La comedia que prácticamente lanzó la carrera de un joven Dustin Hoffman y probablemente una de las pioneras en la categorización de las mujeres MILF.

Toda una generación de cinéfilos ama hasta ahora su inconfundible estilo artístico y su implícita naturaleza rebelde. Pero muchos se encuentran divididos en cuanto el posible significado de su tan recordado final.

Algunos dicen que es un final feliz y el comienzo de una nueva aventura después de que la pareja lograra hacerle frente a los prejuicios. Otros dicen que significa una triste conclusión para una serie de errores impulsivos por parte de sus protagonistas. Ahora bien, partiendo desde una opinión totalmente subjetiva, me gustaría hacer un pequeño análisis de no solo de su final, sino también de todo lo que intenta decir «El graduado» como película. (Y naturalmente este artículo contiene datos que pueden destripar el final)

Esta es la historia de Benjamin (Dustin Hoffman), un universitario inseguro sin ningún indicio de que hacer de su vida. Lo único que tiene claro es que quiere ser diferente. Sin embargo su vida rutinaria dará un giro cuando una amiga de sus padres, la señora Robinson (Anne Bancroft), le insinúa mantener un romance a escondidas.

The graduate - Seduction
Al principio, a Benjamin le aterra totalmente la idea. Pero luego de sufrir tantos años la sobreprotección de sus autoritarios padres, el protagonista se da cuenta de lo excitante que puede ser romper las reglas y hacer lo prohibido. Así que se entrega íntegramente a este amorío yendo a visitar a su amante casi todos los días. Y cerciorándose de que nadie se entere de esta pequeña aventura.

Poco a poco el joven comienza a conocer cada vez más sobre la vida de la seductora señora Robinson y sus miserias. Como la verdadera razón por la que tuvo que casarse con su marido y vivir junto a una persona a la que no ama, siendo un embarazo adolescente la causa de haberse conformado con una vida sin mayores pretensiones. No obstante, a pesar de la intimidad y la confianza entre ellos, la relación comienza a verse estancada, en parte por los mandatos sociales y la lógica diferencia de edades, aunque esto no parece preocupar demasiado a Ben. Pero todo cambia cuando se enamora de Elaine (Katherine Ross), la hermosa hija de su amante.

Es así que la señora Robinson no duda en prohibirles cualquier posibilidad de encuentro entre ellos, aunque evidentemente esto no hace más que unirlos. Otra vez poniéndose en el papel de rebelde, Benjamin desafía los límites impuestos por su actual suegra y decide seguir saliendo con Elaine de todas formas. Lo que resulta en que se termine haciendo pública su anterior aventura con el personaje de Anne Bancroft y el lógico enojo de Elaine al enterarse de esto.

Nada puede detener este nuevo sentimiento de amor incondicional en Ben, así que dispuesto a todo se obsesiona con conseguir el perdón de su nueva amada proponiéndole matrimonio.

Naturalmente ella no acepta, pero la propuesta la deja aún más confundida y perdida en cuanto a sus sentimientos. Para colmo sus padres la obligan a casarse con un compañero de escuela rico en un intento de alejarla definitivamente de Ben.

Pero cuando Benjamin interrumpe de forma abrupta la boda, Elaine ve la verdadera faceta controladora de sus padres y decide huir para quedarse con protagonista.
A las pocas cuadras alcanzan un micro que pasaba por allí y se dirigen risueños hacia el horizonte. Viviendo felices para siempre.

Si la película hubiera terminado con ellos riendo seguido de un gran beso final, probablemente podríamos apreciarla como una simple comedia romántica con una curiosamente excepcional dirección de cámara. Pero se infiere algo mucho más complejo en el momento en que ambos terminan sentados en silencio, mientras sus sonrisas se van desdibujando lentamente. La pregunta es: ¿Para qué reflejar esta aparente incomodidad sí supuestamente la pareja logró escapar de los prejuicios de sus padres?

Para responder esta cuestión, sería necesario revisar la historia otra vez.

A lo largo del film, los dos enamorados no hacen más que rebelarse a sus despóticas familias, a partir de vínculos que claramente intentan mantenerlos bajo sus excesivos controles. Pero en ningún momento se nos indica que la decisión final de Ben y Elaine pueda ser correcta, la que realmente los haga felices.

Es importante que veamos el argumento desde el punto de vista adolescente. Dentro de la búsqueda de la personalidad adulta, no sería erróneo pensar que los personajes terminan obrando más por rebeldía frente a sus padres y a los múltiples prejuicios sociales, que por sus verdaderos deseos. 

Otra incógnita que surge es el por qué de la imperiosa necesidad de casarse, cuando lo máximo que habrán estado juntos sería un día y medio. O de qué manera Elaine pasa de odiar a Ben después de enterarse del romance con su madre, para luego huir con él cuando sus padres intentan impedírselo. Estos cabos sueltos son los que nos dan la pauta de que los dos se encuentran tan concentrados en lo que NO quieren, que terminan decidiendo un camino que probablemente no sea el que ellos realmente tenían planeado.

Acaso en esta dichosa escena, la pareja se da cuenta finalmente de lo que acaban de hacer y del compromiso que acaban de tomar de forma inconsciente. Y es cuando ya no hay más figuras autoritarias contra las que luchar y rebelarse, lentamente comienzan a cuestionarse si de verdad eligieron el camino correcto.

Otro dato que aporta a esta teoría, es que casualmente la famosa canción “The Sound of Silence” suena en tres momentos en donde reina la incertidumbre.

La primera vez se la puede escuchar al comienzo cuando Benjamin vuelve de la universidad, la segunda durante el amorío con la señora Robinson y la última en la escena final cuando ambos escapan de la boda para vivir juntos.

Si se escucha más detenidamente esta canción, “The Sound of Silence” (El sonido del silencio) no tiene precisamente una letra optimista. Es más, habla sobre el vacío que invade en momentos de depresión y la sensación de ahogo que genera. Y es por eso que en las tres ocasiones en las que se la incluye, Ben se está preguntando si realmente se siente feliz o miserable con su vida.

The Graduate - Hoffman

Vale recordar que el protagonista es un chico recién recibido de la universidad, con toda una vida por delante. Sin embargo no tiene ninguna pista de lo que quiere ser. Sus únicos amigos son las amistades de sus padres, los cuales tienen menos interés en su futuro que el que tienen en sentirse prestigiosos en las altas esferas de la sociedad. Ben nunca hizo nada arriesgado en su vida. Y es así que a la primera vez que se le aparece algo distinto, algo prohibido, algo nuevo, su personaje se entrega a la emoción del amorío con la Señora Robinson.

El protagonista confunde este desahogo con su verdadero destino, con lo que realmente quiere. No como una acción impulsiva producto de sus frustraciones. Y es que se encuentra tan feliz con esta inyección de adrenalina en su vida, que termina convenciendo a Elaine en el día de su boda de que ella debería sentir la misma pasión que él.

Entonces cuando terminan huyendo juntos al final de la película ¿Están realmente enamorados?

Bueno, ellos piensan que lo están, pero ese vacío en sus vidas todavía los acompaña, ese mismo sonido del silencio del que habla la canción que suena de fondo. Aunque esta vez, a diferencia del comienzo, en vez de tener miles de posibilidades para elegir, los dos se encuentran atrapados. Y sea por orgullo o miedo, los dos escapan seguros de que no tienen salida después de lo que hicieron. Al igual que la señora Robinson.

Graduate wedding

Recordemos que ella también cometió errores solo por rebeldía, y tuvo que pasarse el resto de su vida lidiando con las consecuencias. Para luego irónicamente, mientras más intentaba evitar que Ben y Elaine cometieran las mismas equivocaciones, más los incentivaba a terminar la misma manera.

¿Eso significa que los padres siempre tuvieron razón? Realmente no. Todavía siguen siendo excesivamente sobreprotectores y manipuladores para con sus hijos. Pero tampoco significa que los dos enamorados estén haciendo lo mejor para ellos. Ambos lucharon tanto por su independencia, que nunca pudieron preguntarse detenidamente qué harían luego de lograr esa tan preciada liberación.

Es así que realmente no hay ni buenos ni malos en esta historia, sino dos posturas dentro de un mismo problema. Una representación de lo que sucede cuando la rebeldía característica de la formación del carácter adulto no es debidamente explorada a su debido tiempo. Algo que recuerda claramente a lo que sucede también en “Romeo y Julieta” y la noción del amor prohibido.

En definitiva, Benjamin y Elaine parecen condenados a repetir los mismos errores que la señora Robinson y su marido cometieron en su momento. Demostrando que demasiado control y responsabilidad pueden resultar en demasiada libertad y malas decisiones.

De esta manera, “El graduado” no deja de ser un recordatorio de como a veces es mejor pensar con detenimiento cuáles son nuestros objetivos en la vida, en vez de perseguir de forma apresurada una meta de la que no estamos completamente seguros.

Porque pelear demasiado rápido por nuestra independencia puede resultar en que luego no podamos escapar de nuestras malas decisiones. 

 

Por Nicolás Feldmann

Acerca del autor

Nicolás Feldmann Cambours

Nicolás Feldmann Cambours

Es locutor nacional recibido en COSAL y periodista de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Creyente de Los Expedientes X y ferviente seguidor de Martin Scorsese y Terry Gilliam.