Una vez más, Jean-Pierre Jeunet nos transporta a un mundo en donde la tragedia y la comedia son inseparables. La inagotable fascinación por los detalles, los personajes extravagantes, los bellos paisajes llenos de chatarra y basura y los más extraños giros del destino y del azar son algunos de los elementos característicos de este genial director y de esta gran película, Micmacs à tire-larigot.
El soundtrack de Micmacs fue compuesto por Raphaël Beau y Max Steiner. A grandes rasgos se percibe la búsqueda de dos climas fundamentales: por un lado, momentos de dramatismo que acompañan a algunas escenas tensas del film (obras compuestas generalmente para orquesta de cuerdas y vientos), y por el otro lado, melodías o ritmos muy picarescos y simpáticos (composiciones generalmente para acordeón, piano y uso de loops rítmicos, entre otros).
La estética característica de Jeunet -a la que nos fue acostumbrando desde sus primeros cortos como The Bunker of the Last Gunshots (1981) o Foutaises (1989)- es clarísima en este film, tanto desde lo visual como de lo auditivo. El mismo director ha dicho que este film es una mezcla entre Delicatessen (1991) y Amelie (2001). En el soundtrack también nos encontramos con búsquedas muy similares -seguramente por decisión del director- a las de las películas anteriormente mencionadas. Si bien ciertas composiciones son muy interesantes y funcionan bien con las imágenes, en ningún momento corren el riesgo de alejarse de las texturas y sonoridades ya utilizadas.
En muchas obras del soundtrack escuchamos el característico sonido del acordeón al “estilo francés” o bases rítmicas formadas con timbres no convencionales que nos demuestran y nos hacen pensar en las confusas fronteras -o porque no “invisibles fronteras”- que separan los “ruidos” de la música. Las obras Diabolique (track n° 1 del disco), Da ceroule (track n° 7), Cartoon (track n°4) son composiciones que poseen una base rítmica que está constituida con ruidos de botellas estrellándose contra el piso, el motor de auto arrancando, resortes y sonidos de latas, entre otros, que trabajados conjuntamente logran este singular acompañamiento melódico.
Es evidente la gran importancia que Jeunet le da a la música de sus películas. No sólo la utiliza como recurso para resaltar estados de ánimo, sino que también juega con las funciones diegéticas (cuando se observa la fuente sonora de la cual proviene la música) y extradiegéticas (cuando no se ve la fuente sonora que produce la música) dentro del film. Hay una escena en Micmacs que nos demuestra lo anteriormente mencionado: la música extradiegética que veníamos escuchando, de repente se transforma en diegética cuando vemos aparecer de la nada a una gran orquesta tocando detrás del personaje principal que luego desaparece al concluir el último acorde.
En general, es un buen soundtrack a pesar de que los compositores han caído bajo la influencia de Delicatessen o Amelie. Coincide con la idea estética y la intención del film y nos acompaña en este universo en donde los mínimos detalles de los acontecimientos del mundo pueden desatar posibilidades magnificas y cargadas de significancia.