El espacio suena como pocas veces antes
Voy a hablar un poco sobre la banda sonora de “Gravity”, el film del director mexicano Alfonso Cuarón. Primero y principal sería totalmente equivoco hablar sobre este soundtrack sin tener en cuenta el contexto de lo visual y los demás aspectos sonoros (“ruidos” y diálogos) que se escuchan simultáneamente con cada composición musical. Tanto las imágenes, como los ruidos y las expresiones de cada dialogo están pensadas para formar un todo integrado, eso a lo que le llamamos cine.
Gracias a la ciencia sabemos que el sonido no se propaga en el espacio. Por otro lado, en palabras de uno de los más grande representantes de la música aleatoria del siglo XX, Jonh Cage, “No existe el silencio. Lo que creían era silencio, porque no sabían cómo escuchar, estaba lleno de sonidos accidentales” afirmando que el ser humano jamás podrá captar el silencio absoluto. Aún en una cámara de absorción sonora o en el espacio exterior dentro de un traje de astronauta escucharía siempre su respiración, su corazón latiendo.
El espacio que nos muestra el cine (en casi todos los casos) ha tenido una representación sonora y hasta una ambientación musical característica, como por ejemplo en “La guerra de las galaxias”, “El planeta de los simios” (del director Franklin J. Schaffner estrenada en 1968), “2001 Odisea al espacio”, entre muchas otras. La banda sonora de “Gravity” compuesta por Steven Price, no es la excepción.
En general, el soundtrack posee demasiados momentos ambientales y melodías realmente poco fluidas que fuera del contexto de las imágenes y de los demás sonidos del film podrían parecernos aburridas y hasta cansadoras, pero la obra musical funciona a la perfección en conjunto con los demás elementos.
La música por momentos nos transporta a un estado de pureza y de tranquilidad absoluta, siempre con un sabor muy sutil de misterio como por ejemplo con “Airlock” (track N°6 en el disco) o “Aurora borealis” (track N° 11). En otros momentos nos encontramos con partes que podríamos considerar atonales y armonías extremadamente tensas que generan un clima de caos y de inestabilidad; composiciones como “Atlantis” (track N° 4) o “Fire” (track N° 8) parecieran cortarnos la respiración durante algunas de las escenas más dramáticas del film.
Como ya mencionamos anteriormente, encontramos en muchas partes del film líneas melódicas muy desposeídas o largas notas pedales que a pesar de ser compositivamente pobres, están enriquecidas por todos los sonidos y diálogos que transcurren simultáneamente. No podríamos olvidarnos de mencionar que el diseño sonoro cada “ruido” está cuidadosamente planteado y trabajado para su convivencia no solo con las imágenes sino también con la música. Los sonidos de alarmas, las ondas de radio, los parpadeos de aparatos electrónicos, y demás (a pesar de que muchos no están en el disco del soundtrack) pueden escucharse como parte de la música.
Los instrumentos acústicos (orquesta de cuerdas, secciones de bronces, guitarras acústicas, armónicas de vidrio, entre otros) se hilvanan con diversos recursos electrónicos en coherentes y homogéneas texturas. Los timbres característicos de algunos instrumentos acústicos por momentos son transformados y sometidos a diferentes efectos sonoros. Una melodía que era ejecutada por los cellos de repente se transforma en una onda de radio.
Steven Price ha logrado una de las mejores sonorizaciones del espacio, del silencio y de la infinita inmensidad que representan. La fluidez del eterno movimiento que dio origen al mundo y a la especie humana está reflejada en esta obra maestra que merece un gran reconocimiento.
Por Gastón Agustín Pereyra