No es televisión, es David Simon
La percepción de la realidad es una cosa y la vida real es otra. Entrar en la discusión relacionada con esta diferencia es algo que quiero evitar, porque el sentido común suele naturalizar ciertas ideas que los medios de comunicación o las ficciones incorporan dentro de su relato para intentar darle un marco más creíble a la cosa. Así es como una gran cantidad de preconceptos nacen, por las noticias, la publicidad, el cine, la televisión, entre otros aspectos.
The Wire (2002-2008) fue uno de los pocos casos en los cuales esa frontera pareció desaparecer, aunque sabemos que nunca lo hará del todo. Pero más allá de los puntos en común con el exitoso show, la nueva serie producida por David Simon: Show Me a Hero, toca desde otra perspectiva la crueldad de la carrera política, y no por las consecuencias de la política en la vida real. La serie está basada en el ascenso y declive de la trayectoria de Nick Wasicsko (Oscar Issac) que gana las elecciones del distrito de Yonkers y se convierte en el alcalde más joven de la historia con 28 años.
La fotografía opaca y sin brillo muestra con gran acierto la crudeza de la vida gubernamental, las propuestas de campaña, la relación de la población y su voto con la persona que hay detrás del personaje llamado “político”. Esto ocurre porque en todo momento el argumento parece ir detrás de los grandes temas de la política, como lo son las contiendas, las promesas, la justicia, el racismo, la burocracia, el poder y las traiciones, pero todo eso va decantando como un embudo sobre la mente de Wasicsko, para lograr entender la motivación de las decisiones que toma.
Oscar Issac logra escaparse de todos los personajes anteriores que le había observado, su actuación refleja muy bien la evolución de ese Nick optimista y luchador de los primeros capítulos que se enfrenta a su promesa por enfrentar al juez que le obliga al municipio a levantar las viviendas sociales, al desesperado y derrotado que quedó afuera del circuito político por algunas malas decisiones que tomó.
La serie tiene una gran cantidad de personajes, inclusive me asombró como de alguna forma las historias terminan cerrando, porque queda la sensación que muchas fueron «de relleno» y terminaron quedando colgadas. Útiles para relacionarlas directa o indirectamente con el protagonista en sí, por su relación con las viviendas o con la contienda política, pero también se generan muchos baches que dispersan al espectador y pueden hacer perder un poco el interés en la serie.
De alguna u otra forma, Show me a hero engancha y otorga muchos elementos interesantes, pero no es para todo público. No busca el efecto dramático fácil para atraer más audiencia. Se trata de una visión de la política detrás de bastidores y el juego de ajedrez, no es como House of Cards que alimenta las mentes conspiranoicas en relación con la corrupción, el poder y la ambición. A diferencia de la serie de Netflix, el pueblo es protagonista, la opinión pública o la justicia es visible y brinda una visión de la burocracia, de los efectos de la política en el pueblo y sus protagonistas.
Eso es lo que más la une con The Wire, más allá de su creador, porque hay una sensación de buscar cierta verosimilitud. House of Cards, por ejemplo, no da esa impresión, pero como relato es mucho más atractivo. Y dentro de ese objetivo, Show me a Hero logra sus pretensiones, por eso es una de las mejores series del año.
Por Germán Morales