Cambio o continuidad
Cuidado: hay algunos spoilers de la trama, pero el texto intenta comparar detalles del primer capítulo de la segunda con la primera temporada. No hay demasiado detalle de lo que ocurre, es simplemente un comentario.
Las comparaciones son odiosas. Pero cuando se trata de un mismo autor, actor, serie o director, se torna inevitable hacerlo. Porque el precedente es lo más simple para considerar si un producto sigue una cierta calidad o estándar, también porque se espera que esa nueva versión cumpla con las mismas expectativas o siga un patrón para anticiparse a la sorpresa.
El primer capítulo de la segunda temporada de True Detective parece mostrarnos una serie completamente distinta, pero similar a las historias policiales que se vieron durante los últimos tiempos. La corrupción, la mafia, la policía y la justicia son disfuncionales pero se relacionan entre sí, y todo eso parece ser el centro de la escena. Está claro que hay que ver esta nueva entrega con ojos diferentes, pero hay pequeños indicios que muestran que muchos de los temas que se trataron en la primera temporada están presentes, y serán tocados de diferente forma.
El eje central de True Detective en la primera parte de la primera temporada no se posó sobre los asesinatos, los asesinos, ni siquiera la corrupción o la oscuridad de Rust Cohle. Fue la relación entre los detectives, las diferencias conceptuales y como lograron juntarse el agua y el aceite para resolver un caso complejo. Y si bien tuvimos indicios de las personalidades en juego en ese primer capítulo, el gancho fue el misterioso asesinato con características de secta. Luego la serie dio varios giros y jugó con nuestra ansiedad por anticipar quién estaba detrás de esos crímenes.
Durante “The Western Book of the Dead» no vimos ningún personaje que se luzca tanto como el Rust Cohle de Matthew McConaughey. Por ahí sorprendió un poco más Colin Farrell con su Ray Velcoro, un policía con una frustrada historia familiar y con prácticas fuera de lo convencional, y fue interesante ver a Rachel MacAdams haciendo de Ani Bezzerides, interpretando una sheriff que intenta tener una vida normal, dentro de lo políticamente correcto, en una familia que precisamente no anda por esos carriles. Ninguno de ellos está a esa altura, pero es muy difícil pretender eso. Estuvieron bien y punto.
Quizás el personaje de Vince Vaughn fue el que menos atrajo, pero no se le puede reprochar demasiado, tuvo una participación muy superficial y requería que fuera de esa forma.
Hay mucho más debajo del iceberg
Lo cierto es que la frase “We get the world we deserve” parece referirse a la corrupción, la mafia y lo turbio del sistema. Pero si vamos a lo que se expuso de los personajes en este primer capítulo, y los antecedentes de True Detective, nos damos cuenta que en realidad no van por carriles tan separados. El hecho que no haya un personaje cuestionando el sistema y el ser humano, no significa que la serie no decida ir por ese lado argumental.
No se pueden sacar conclusiones de un primer capítulo. Sí podemos concluir que la calidad visual y el excelente sonido de T-Bone Burnett logran mantener esa mística que True Detective tuvo durante esa primera temporada.
Lo que se presentaron fueron conflictos familiares, traumas personales, y la cuota de misterio que el año pasado fue auspiciado por el rito religioso como sacrificio o muerte, aquí eso está centrado en el rito sexual/pornográfico como incógnita principal de una muerte dudosa. La religión también parece estar dando vueltas en las enseñanzas del padre de Ani, un hippie que forma parte de una secta religiosa que no tiene ningún inconveniente en que su hija sea una actriz porno, por el contrario, se preocupa más por la hija que decidió ser policía y ser parte del sistema represor. Estos son los puntos en común con su antecesora, las pequeñas relaciones que rodean a las actitudes y motivaciones de los personajes y la muerte macabra como disparador principal.
Todavía no transcurrió lo suficiente para juzgar si esa trama logra ser tan cautivadora como fue en los primeros días de enero del año pasado. Lo que en ese momento fue inmediato, es posible que aquí se ocurra un poco más adelante, que la contradicción y profundidad de los personajes tarde en emerger.
Está claro que Rust Cohle fue muy profundo, pareció fácil sacarle la ficha. Pero creo que aún hoy es complejo intentar entender completamente sus motivaciones y su postura filosófica. Es probable que la serie no vaya por ese lado, pero eso no impide analizar con una óptica similar los acontecimientos que True Detective nos brinde en su segunda temporada. O por lo menos en algún momento de ella…
Te dejamos la promo, adelantando lo que se verá en el episodio 2: