Tengo que confesarles algo: nada podría interesarme menos, que la vida de El Papa Francisco.
También les confieso otra cosa: esta serie ha hecho que su figura me resulte super interesante.
Pero bueno, la salvedad es que Llámame Francisco no explora la vida del sumo pontifice sino en realidad, la que ha tenido el hombre conocido como Jorge Bergoglio. Desde que era un estudiante universitario de química en la Universidad de Buenos Aires hasta convertirse en Papa y, fundamentalmente, mostrando cómo atravesó los siniestros años de la dictadura militar en Argentina.
Así vemos en pantalla a un cura que destila simpleza en cada paso y que, con mucha sutileza, maneja una cintura política, cuando es necesario, digna de un boxeador. Peronista en la época de un Juan Domingo Perón proscripto, siendo parte al mismo tiempo, de una iglesia que fustigaba a El General. Ese contexto lo ponía bajo la lupa de la contradicción y era sopapeado por ambas partes de la misma forma: por la iglesia por ser peronista y entre los peronistas por ser cura. Amigo de una mujer que, víctima del terrorismo de estado, se convirtió en Madre De Plaza de Mayo y cuidador circunstancial de «subversivos» perseguidos por la junta militar.
Pero por sobre todas las cosas vemos a un personaje muy humano que intervino como pudo y en cuanto a su jurisdicción, generalmente con mucha astucia en momentos muy pesados de nuestra historia reciente.
La incipiente calva de Rodrigo de la Serna. Lo único cuestionable de una serie excelente.
Básicamente Llámame Francisco se trata de un compendio de anécdotas seleccionadas de manera muy inteligente para retratar, a tan curioso personaje, en sus cuatro episodios con casi una hora de duración (cada uno titulado sagazmente en latín). La serie no se propone ser didáctica o documentalista respecto a la formación de Jorge Bergoglio sino más bien privilegiar el hecho de convertirse en un gran producto, con cuidado por el detalle y una factura técnica impecable, junto a una narrativa deliciosa llevada a cabo por su director, el italiano Daniele Luchetti.
Párrafo aparte para Rodrigo De La Serna. Rodrigo puede hacer todo bien. Todo lo que le des: lo hace bien. Casi que da pena que todos estos papeles le caigan a él, pero cuando lo ves en pantalla recordás que bien merecido lo tiene y que no hay muchos actores de su generación que puedan estar a su altura. Otra vez, en una de las grandes actuaciones de su carrera.
Como dijimos, la serie es impecable desde la factura técnica, la fotografía, el diseño de producción (presenta fielmente escenarios y vestuarios de la época), las actuaciones, el guión y por sobre todo: la dirección. Bueno, tal vez no convenza e inquiete la incipiente pelada de Jorge, en la cabeza de De La Serna, pero todo lo demás está bien.
Sin embargo, dejamos lo mejor para el final: la musicalización. Una suerte de tango al mejor estilo Astor Piazzolla que se usa desdoblándolo inteligentemente a lo largo de la historia. Compuesta por el español Arturo Cardelús, la musicalización es, por lejos, lo mejor de la serie. Y esto es mucho decir.
Pensamientos íntimos. Jorge Bergoglio, sobre la chance de convertirse en el nuevo papa.
En resumen, la miniserie Llámame Francisco es sencillamente excelente. Con bajo perfil desde su publicación el diciembre último, esperemos que logre el reconocimiento y el alcance popular que se merece en Argentina.
Dios así lo quiera.
Por Lautaro Olivera.
