John Boyega es uno de los actores del momento. Con el estreno de Star Wars, Los últimos Jedi el británico deja de ser una anécdota para convertirse en uno de los íconos de la nueva era del universo Star Wars.
La maquinaria Star Wars está al máximo de potencia estos días tras el reciente estreno de la última entrega: Star Wars, Los últimos Jedi de Rian Johnson. En ella podemos ver reflejado el adiós de Carrie Fisher, la eterna Princesa Leia, que dejó grabadas todas sus escenas en la película antes de su fallecimiento. A la indispensable presencia de Fisher se añade la “fuerza” del personaje de Rey, interpretado por Daisy Ridley, una actriz que hasta hace apenas unos años trabajaba de camarera en Londres y que se aleja notablemente de los estereotipos. La participación de Gwendoline Christie como la Capitana Phasma o de la veterana Laura Dern como la Vicealmirante Amilyn Holdo, entre otras, hace que se esté hablando mucho del poder de las mujeres en esta nueva andadura de la saga Star Wars.
El universo Star Wars se expande y rompe moldes que empezaron a resquebrajarse con la aparición en pantalla de John Boyega. Al actor londinense solamente le hicieron falta 18 segundos para entrar en la Historia.
La primera película de Star Wars en diez años (la última había sido Star Wars: La venganza de los Sith en 2005) y, por fin, la continuación de la trilogía original, podía haber empezado con cualquiera de los personajes clave de la saga, con Han Solo, Leia o Skywalker, pero no: JJ Abrams decidió abrir el primer anuncio de Star Wars: Episodio VII – El despertar de la Fuerza con un desconocido stormtrooper que después descubriríamos que se llama Finn y que está interpretado por un tal John Boyega.
El perfil de Boyega es similar al de Ridley, el de un verdadero londinense. Hijo de emigrantes nigerianos, nació en Peckham, un barrio al sur de Londres de clase trabajadora. Si Daisy Ridley pasó de servir en las fiestas de los estrenos de las películas de Star Wars a protagonizarlas, el cambio para Boyega no fue menos impactante. Prueba de ello fue la evidente emoción que mostró el actor en el estreno de El despertar de la Fuerza en Londres, al que se llevó a todos sus amigos del barrio y en cuya alfombra roja apenas acertaba a decir: “Soy un chico de Peckham y ¡estoy en Star Wars!”.
Los orígenes de Boyega son probablemente los que le hacen parecer como una persona “normal”. Un joven de 25 años con los pies en el suelo, que sabe lo afortunado que es y solo quiere aprovecharlo mientras dure. El actor se esfuerza por romper con el estereotipo de estrella de Hollywood y se muestra tal como es en cualquier situación. Lo mismo ocurre cuando se pone a jugar al póker con el actor Aaron Paul para un acto de PokerStars, que se pone a bailar a lo Michael Jackson en el prime time del show de Jimmy Fallon (a partir del minuto 5’04’’).
John Boyega es muy consciente de dónde viene, y a la vez quiere seguir evolucionando. El actor quiere ser más que un “chico Star Wars”. Por suerte, la locura de participar en El despertar de la Fuerza y las consecuencias que ello acarrea ya habían tenido un pequeño avance con el debut de Boyega en la gran pantalla. La comedia de sci-fi Attack the Block (Joe Cornish, 2011) en la que interpreta a Moses, supuso todo un éxito para una producción relativamente pequeña, y a Boyega le valió no solo para asistir a su primer Comic-Con de San Diego sino para que JJ Abrams se fijase en él.
Este 2017, además de estar en boca de todos por volver a enfundarse el incómodo traje de stormstrooper, Boyega también se ha dejado ver en Detroit, la película basada en hechos reales de la ganadora de un Oscar Kathryn Bigelow. A esto hay que añadir sus trabajos en el teatro, donde empezó a muy temprana edad. Desde la humildad, este chico de Peckham está consiguiendo cosas muy grandes. Su próxima aparición, esta vez como protagonista, será en otra súper producción, Pacific Rim: Insurrección, cuyo estreno se espera para marzo de 2018.
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