El mundo se volvió loco de felicidad cuando se enteró, en el año 2001, que por fin se haría la película de Harry Potter, demasiado esperada por sus fanáticos. Claro que nunca se imaginaron que la pondrían en manos de Chris Columbus, el director de Mi Pobre Angelito, quien al parecer, pensó que hacer la primera y la segunda película de la saga del mago era una excusa para revivir al pequeño Kevin McCallister pero con poderes mágicos. ¡Si hasta la música era idéntica! Chris Columbus había sido tocado por la varita mágica (nótese la ironía) y desperdició esta oportunidad única en un océano de planos estáticos, malas actuaciones y pésimas musicalizaciones. También a él le debemos la elección de Daniel Radcliffe como Harry Potter y si bien éste mejoró en las subsiguientes películas, podemos admitir sin duda que sus actuaciones dejaron mucho que desear.
Por suerte después de hacer ambos desastres, Columbus decidió bajarse del proyecto. Y la saga fue rescatada por el ganador del Oscar, Alfonso Cuarón, lo que nos devolvió a los fanáticos la esperanza.
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Coincido en casi todo, salvo en lo de Yates. No es ni de cerca un gran director y ni de casualidad hizo un buen trabajo con la saga. A mi criterio, la mejor película es la tercera, no por ello mejor adaptación. Si bien al menos se le dio todo el tramo final de la saga a un mismo director para al menos tener una visión unificada, tiene huecos argumentales y desastres de producción y dirección imperdonables. Al día de hoy no entiendo cuánto le costaba poner una actriz niña con el mismo color de ojos de Harry y su madre adulta, o un (al menos) look avejentado de los protagonistas en el prólogo. Y ni hablar de los grandes, verdaderamente grandes cambios en momentos claves de la historia donde todo fue modificado y terminó perdiendo la verdadera esencia de esos momentos, siendo que, tampoco venían de una trama literaria sumamente complicada, al contrario, lo cual hace más inentendible esos cambios sin sentido. Y respecto al final de la saga, las dos partes de la última película, me resultó sumamente más emocionante, con mejor ritmo y muchísimo mejor dirigida, la primera mitad, teniendo en contra (como toda primera mitad de una película final dividida en dos) el ser una especie de introducción carente de "acción"; en cambio la segunda es una seguidilla de secuencias insulsas, carentes de emotividad, y muy mal dirigida tanto cinematográfica como actoralmente. Tiene sus momentos, sí. Tiene sus partes emotivas, totalmente, pero creo que éstas triunfan por sí mismas, son tan significativamente en su génesis como en esencia, que ninguna mala mano o producción les pueden quitar el brillo de lo que significan. Por ello y mucho más, no me parece para nada un buen director, ni siquiera el mejor de esta saga.