Hollywood Retro

Domingos RETRO: Viñas de Ira (1940) – Dir. John Ford

Germán Morales
Escrito por Germán Morales

En muy pocas películas de Hollywood se percibe pobreza. Y el «muy pocas» es generoso. Son contadas las obras que deciden ir por esa temática y mostrar una vida de miseria, y las que deciden ir por ese camino lo hacen para mostrar que a través del esfuerzo y la perseverancia es posible conseguir lo que se desea. Sin embargo, el caso de The Grapes of Wrath, (1940) de John Ford se ubica dentro de los pocos trabajos que muestran las injusticias del sistema.

Basada en el bestseller del mismo nombre de John Steinbeck, ganador del premio Pullizer de 1940, el film es hijo de la crisis financiera del 30, la pobreza y miseria que generó en gran parte del pueblo norteamericano. También es muy simbólico en muchos aspectos al mostrar a uno de sus personajes principales como un ex-predicador que cambia su rumbo con la religión y se aboca a denunciar las injusticias. Por estas condiciones, muchos lo pueden llegar a relacionar con un film comunista, sin embargo, se sabe que está muy lejos de eso.

Más allá de la orientación conservadora de John Ford, al ver el film se pueden encontrar muchos aspectos que no ven al comunismo como una solución a los problemas, sobre todo al relacionar a los rojos con los agitadores o los que generan lío. También se utiliza, en los diálogos, algunos argumentos sueltos de la ideología izquierdista que son desbaratados por las circunstancias de los hechos, sobre todo cuando los agitadores buscan aprovecharse e inician conflictos en un campamento donde la gente se encontraba viviendo en armonía.

El film trata la historia de Tom Joad (Henry Fonda), un hombre que escapa de la cárcel y se encuentra con el territorio de su familia que fue rematado por un banco que se hizo dueño de muchos de los terrenos de la zona. Luego de llegar al re-encuentro, todos reciben la noticia de una excelente oferta laboral en California que era anunciada como si fuera la salvación. Gran parte de la película trata sobre las decepciones, las estafas, el abuso y complicidad policial con explotadores y las penurias de gran parte de la población.

Las escenas de pobreza son muy simbólicas y fuertes; lo mismo ocurre con algunos diálogos muy precisos que son contundentes al marcar la obra. Más allá de haber planteado la diferencia con el comunismo, sí hay algunas particularidades que comparte, como lo mencionamos arriba: la denuncia a los bancos, la falta de protección de parte del Estado y de la policía, pero también comparte la retórica de la denuncia de la injusticia sobre los más humildes, sobre los trabajadores y las clases postergadas.

«Nosotros somos los que vivimos. No podrán eliminarnos ni destruirnos. Persistiremos y resistiremos siempre. Somos el pueblo.»  Ma Joad (Jane Darwell)
 Las escenas del final entre Tom y Ma Joad (Jane Darwell) son conmovedoras, porque muestran que la lucha y la soledad de la clase trabajadora es una constante en sus vidas y que son parte de un todo, a pesar del individualismo. Que nadie va a regalar nada y deben cuidar lo suyo en todo momento. Una soledad y lucha muy propia de la época, donde todavía la desconfianza en el sistema está muy sensible por los problemas del crack del 30´. El peligro del comunismo, que en EE.UU. siempre fue algo a combatir, estaba muy presente. Esa escena del final es catarsis pura. Se trata de asumir esa condición y pelear por el crecimiento individual/familiar. Parte de la ética protestante del capitalismo que muy bien describió Max Weber.

Historia de la compra del guión de Viñas de Irá

Cómo describimos, el film generó controversia y una incógnita en relación a su fidelidad con la novela y cómo sería el enfoque que iba a tomar un relato de denuncia hecho por la 20th Century Fox. Tal fue así que John Steinbeck dijo a Darryl Zanuck, jefe de la productora, que iba a utilizar los 70 mil dólares que le pagaron para comprarle los derechos para demandarlos si la perspectiva de la película era cambiada o arruinaban la historia.

Esto también surge por el rumor que circulaba, que la Fox había comprado los derechos para no terminar nunca la película y evitar que se ponga a la luz un relato tan crudo. Enterado del rumor, Johnson se apresuró a desmentirlo. En un artículo para la revista Pothoplay, atribuyó a Zanuck una reacción orgullosa: «Muéstrame a un hombre que pueda demostrar que gasté setenta mil dólares para archivar la novela, y haré una película sobre ese hombre».

Nunnally Johnson, que había sido contratado para hacer el guión de Las uvas de la ira, juró hacerlo «correctamente» y arruinar la historia. John Ford se sintió atraído por temas duales de la historia de despojo y la búsqueda de la supervivencia. «Todo el asunto me atrajo – al tratarse acerca de las personas simples – y la historia fue similar a la hambruna en Irlanda, cuando se expulsó a la gente de sus tierras, los dejaron vagar por los caminos a morir de hambre – parte de mi tradición irlandesa – pero me gusta esta idea de una familia de estar a la deriva e intentar encontrar su camino en el mundo. Era una historia oportuna «, declaró el director en su momento.

Todo este shock generó que haya muchos ojos puestos en su producción, al punto de contratar una agencia de detectives para verificar la fidelidad de la historia. Ni hablar de las 15000 cartas dirigidas contra Zanuck acusándolo de no tener el coraje de filmar la historia, la proyección programada para evitar y luchar contra la censura, el anuncio de la filmación de una película “paralela” (Highway 66) para engañar a las cámaras de comercio Texas y Oklahoma.

Las particularidades de la producción de este film son tan ricas, como su trabajo final. Y el mismo Steinbeck lo confirmó, al declarar que la actuación de Henry Fonda como Tom Joad le hizo «creer sus propias palabras».

Por Germán Morales

Acerca del autor

Germán Morales

Germán Morales

Lic. en Comunicación Social (UBA). Creador y redactor de Proyector Fantasma. Responsable de la sección SERIES.