Un tiempo de paz sin paz
El comunismo sigue de moda (?), o por lo menos en el punto de vista de las producciones de espías que tuve la oportunidad de ver. Mientras seguimos esperando la nueva temporada de The Americans (2013-) que nos tiene muy enganchados, de previa, ví una de las series alemanas que más llamó la atención el año pasado: Deustchland 83’(2015).
Ambientada en la tensa Alemania de 1983, la serie presenta a Martin Rauch (Jonas Nay), un joven guardia fronterizo de la República Democrática, es decir del lado comunista. Su tía es responsable importante de la STASI (servicios de inteligencia de la RDA) e infiltra extorsivamente al protagonista en el ejercito de Alemania Occidental, como ayudante de campo del general alemán Wolfgang Edel (Ulrich Noethen), un alto mando de la OTAN. La invitación para que Martin acceda a tal propósito fue con la promesa de acelerar los papeles para brindarle a su madre un trasplante que salvaría su vida.
Martin, con nueva identidad bajo el nombre de Moritz Stamm, debe robar información y anticipar movimientos en relación al despliegue de los misiles nucleares Pershing que Ronald Reagan tenía previsto situar en diversos países de Europa Occidental, hecho que aumentó la tensión nuclear en esa época de la guerra fría. Es decir, Deutschland 83’ empieza justo en el momento que cierra la última temporada de The Americans – perdón pero las referencias son inevitables.
Lo que tiene de bueno la serie, además de su argumento o calidad de producción, es que va más allá de una mera historia de espías. Encara muy bien la época, el sentir social y las diferencias entre los dos países sin caer en la demagogia y sin tener la necesidad de brindar una moraleja en relación a si el Este o el Oeste tienen mejor calidad de vida. Deutschland 83’ se centra en los protagonistas pero toca muy de cerca los avances tecnológicos, el pop, la ideología, el temor del SIDA, la prohibición, la ansiedad de paz, de rebeldía, y hasta también la vergüenza que el nazismo dejó en la sociedad alemana.
La serie atrapa. Como todo relato de espías, la tensión del descubrimiento y las posiciones antagónicas son factores que crecen a medida que avanzan las acciones pero no pretende mantener al espectador todo el tiempo en posición expectante con un argumento intenso. Incluso en los momentos de mayor peligro todo parece muy liviano, tanto en la acción de los personajes como en la dirección de los hechos. Esto es muy positivo para diferenciarse un poco del género y brindar al espectador un estilo propio.
Uno de los problemas que tiene la serie quizás es que pretende abarcar demasiados frentes al mismo tiempo, y si bien se resuelven correctamente, algunos nos hacen cuestionar la verosimilitud del desenlace en algunos factores particulares, como ocurrió con el ataque al Burdel, el amor entre Moritz y Linda Seiler (Nikola Kastner), o incluso el mismo final, por ejemplo.
Aún así la serie logra llegar a buen puerto. Entre los personajes más destacados se puede mencionar al protagonista, una gran actuación de Jonas Jay, que transmite en todo momento su entrenamiento militar pero también su inexperiencia en estos temas de espionaje, el punto perfecto entre la juventud con el descubrimiento de un nuevo y excitante mundo. A medida que los capítulos pasan, su personaje crece y pierde esa ternura de los primeros capítulos, remarcando la cicatriz que viven los jóvenes que entran al ejército a vivir condiciones difíciles de llevar. No llegamos a empatizar con el protagonista pero ese es el objetivo.
Por otro lado, dos personajes que crecen mucho son los de Annett Schneider (Sonja Gerhardt) novia y madre del futuro hijo de Martin, y el de Axel Edel (Ludwig Trepte), hijo de Wolfgang y compañero del ejército occidental del protagonista. En este segundo caso se exhiben los típicos problemas de adolescente occidental, tanto en la rebeldía de la familia como en la disconformidad con el mundo en el cual vive. Las decisiones de su personaje son cuestionables pero moviliza los hechos y son centrales para muchos protagonistas. En cambio, Annett al principio parece no tener demasiado peso, sin embargo, a medida que avanza la historia tomará decisiones que la ubican como la contracara comunista de Axel, aunque sin tanta trascendencia.
Ambos muestran los problemas que vive la juventud de los dos lados del muro, entre su propia patria y sus problemas personales.
Por eso, a pesar que los problemas políticos están en primer plano, el fondo parece ser lo principal. El sentimiento y la época de una Alemania convulsionada son tan atractivos como la historia de una tensión política muy áspera, con militares y políticos que apuestan por la guerra fría y quieren anticiparse a su enemigo. La incertidumbre por intentar descifrar esos movimientos o las diferencias muestran a los occidentales tienen mayor ventaja a nivel tecnológico, en la computación y en los procesos. En cambio los comunistas parecen ser más hábiles para infiltrarse en los lugares de decisión más sensibles.
Por otro lado, a pesar de no jugarse por ninguno de los dos sistemas económicos, la serie ubica las maniobras sucias y los militares inescrupulosos del lado comunista, más en el alemán de la Stasi que en el ruso en sí. En cambio, las maniobras y los militares occidentales son seres razonables, hasta ingenuos que no perciben a los infiltrados a menos que se lo digan en primera persona. Lo mismo ocurre con la ideología, más firme del lado comunista que del capitalista. De todas formas, en ningún momento ninguno de los sectores son independientes, ambos siempre dependen del padre mayor (la OTAN o la URSS). Una mirada un poco ingenua de las cosas quizás ese es el punto más flojo de la serie.
La fotografía gris y opaca de la serie remite a la melancolía en un cierto aspecto; lo mismo ocurre con la musicalización, a pesar que reine el tecno-pop de David Bowie o Peter Schilling, lo hace con tristeza. El recuerdo de la tensión predomina, y la división alemana no parece ser cuestionada por el argumento, como sí sucede con la guerra a través de la visibilización de las protestas. La melancolía puede estar ahí, en la reunión de la juventud para protestar por los misiles y las maniobras militares, lugar en el cual quizás estuvieron los creadores -Anna Winger, Joerg Winger y Soko Leipzig.
En concreto el argumento de Deutschland 83’ es disfrutable, la frialdad alemana se hace pasajerap y logra llegarnos con una historia de tensión y de espías, transmite una época dura y difícil sin golpes bajos ni demagogia.
Por Germán Morales
Deutschland 83’ es una miniserie que consta de ocho episodios. Además hay rumores de una posible nueva producción relacionada, ambientada algunos años después.