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Crítica: Stockholm (20013) Dir. Rodrigo Sorogoyen

Proyector Fantasma
Escrito por Proyector Fantasma

FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA

Director: Rodrigo Sorogoyen

Reparto:Javier Pereira, Aura Garrido, Jesús Caba

Productora:Caballo Films

Año: 2013

Duración 90 min. Origen: España

La soledad contemporánea

Estamos ante una de las películas más llamativas del reciente cine español. Si “8 apellidos vascos”, aborda el tema de los tópicos que existen sobre los diferentes habitantes que conforman la geografía española y “Kamikaze” nos presenta una serie de hechos para volver tener fe en la vida cuando creemos que todo está perdido y nada merece la pena… Stockholm plantea un tema más bien tabú en el séptimo arte.

El argumento de Stockholm profundiza en las nocturnas relaciones esporádicas y en la soledad. Ambos puntos tocados siempre muy de refilón en otras obras. Todo comienza con una fiesta en la que las miradas de los dos protagonistas se cruzan en repetidas ocasiones sin que ninguno haga nada para acercarse al otro y entablar una conversación. Una simple escena con el que todos, hombres y mujeres, nos sentiremos identificados al habernos pasado más de una vez.

Después viene el cortejo nocturno del protagonista masculino (Javier Pereira) hacia el femenino (Aura Garrido), en el que, las mentiras o medias verdades juegan su papel de forma magistral a través de los diálogos escritos por Rodrigo Sorogoyen, quien también desempeña el rol de director en esta película premiada en el Festival de Málaga.

Como se ha mencionado, la soledad juega un papel muy influyente a lo largo de los 90 minutos en que transcurre la película. A medida que pasan los minutos va cambiando de bando. En cada habitación está dentro de él o de ella. Se hace latente que ambos se necesitan y, al mismo tiempo, se odian por lo ocurrido y por la forma en la que se están desarrollando los sucesos.
En la segunda mitad de la película la protagonista toma las riendas y actúa con el chico de la misma manera que el actuó con ella, con discusiones enervantes que desembocan en un final inesperado.

Mi experiencia como espectador de Stockholm me llevó a pensar en las sociedades actuales más avanzadas de nuestro planeta (Japón, Finlandia, Noruega…) donde la soledad y la desconfianza reinan a sus anchas, todo el mundo desconfía del prójimo y el más ínfimo contacto físico es visto como una osadía que, de producirse, debe de unir para siempre y si no es así, no debería haberse producido nunca.

Por Daniel De Cabo Riveiro

 

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