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Crítica: House of Cards – Temporada 3

Germán Morales
Escrito por Germán Morales

Mantener siempre el mismo ritmo no es sencillo. La tercera temporada de House of Cards (Netflix) trajo consigo un ascenso en la carrera de Frank Underwood, y un cambio en su posición de poder, manipulación y ambición. La serie pedía algo distinto, alguien que esté a la altura de Underwood y le sepa hacer sombra en su ambición de conseguir todos sus objetivos, un contendiente, una amenaza, algo que lo preocupe. Un político que no duerma la siesta, como los personajes secundarios de la serie hasta este momento.

A partir de ahora empiezan algunos pocos spoilers. Aunque intentaremos ser sutiles.

La tercera temporada tiene eso. El poder económico queda a un costado, por un momento, y la presidencia de los Estados Unidos se convierte nuevamente en el cáliz sagrado de la política local y mundial, y no sólo del protagonista. Lo que la serie gana en contraste, Underwood lo pierde en efectividad. El aura de imbatibilidad quedó a un costado, se lo nota más vulnerable y eso fue bueno para la serie, saber que no es el único que tiene esa forma de mover las piezas.

Sin embargo, todos estos aspectos que parecen positivos, en la tercera temporada de House of Cards no lograron mayor dramatismo o necesariamente más realismo. Uno puede decir que siempre hay algo que rebatir respecto a lo que propone House of Cards, pero son varios los aspectos que hacen que la serie no genere el mismo entusiasmo que sus primeras temporadas. Quizás el efecto sorpresa de la actuación de Kevin Spacey y su malicia haya pasado, y nos queda analizar que deja la contienda detrás de la serie.

El poder no es una sola persona

Estados Unidos, como país, tiene una estructura de poder que no implica que su presidente pueda hacer lo que se le antoje, sino que la negociación con los otros poderes es necesaria para llevar a cabo sus planes. Hay muchas estructuras de poder que no equiparan, pero sí limitan el margen de maniobra. Eso es lo que quiere transmitir en cierta forma la serie, aunque en definitiva no terminé cumpliéndolo. La sensación es que la CIA, el FBI o la NSA solamente sirven como estructuras al uso del presidente en la serie, y no como pareciera ser, agencias gubernamentales de inteligencia con margen de maniobra propio.

Todo esto es porque si bien la oposición del presidente se arma desde dentro de su propio partido e inclusive desde afuera, se lo notó muy solo al presidente en el mando, con poco apoyo dentro de la casa blanca y desde las estructuras de poder en Washington, así y todo se las arregla para “obtener” lo que desea. La oposición existe, el drama y las complicaciones están dando vueltas, pero el resultado sigue siendo el mismo. No estuvo mal, sino no habría serie, el problema es que esta vez careció de verosimilitud. Es cierto que la gestión habla por sí sola y un líder político se puede mantener sólo por eso, pero no se entiende como sostiene la campaña y el apoyo popular con tantas potencialidades y pocos hechos concretos.

A pesar de todo ello, queda más claro que nunca que sin Claire y sin Doug, no hay Underwood. Esta temporada, sin Doug en las cortinas del poder, mostró la debilidad del presidente a nivel manipulación, y la popularidad, o la imagen pública, se sostuvo gracias a la primera dama, a pesar de los fallos que provocó en la ONU o junto al presidente de Rusia.

Lo de Claire es un capítulo aparte. Fue muy evidente que quisieron exhibir a la primera dama como principal obstáculo para la gestión presidencial de Frank. Todas sus intervenciones fueron fallidas, y muchas muy ingenuas como el discurso en Rusia contra el presidente anfitrión. Una gran provocación innecesaria desde el punto de vista diplomático, difícil de perdonar para cualquier político. Sin embargo, Claire le brindó un rasgo más humanitario a estos personajes tan maquiavélicos, fríos y calculadores. Si bien Frank nunca dudó de ella y del plan mutuo, la diferencia entre ellos estuvo en los criterios y la estrategia, eso minó la pareja y exhibió una vez más el egoísmo del presidente.

Claire es (y fue) fundamental para los planes de dinastía. Pero su rol siempre fue acompañar las decisiones, sin tener posibilidad de decidir, cuando ella abrió los ojos y Frank no tuvo como ocultar su verdadera posición.

Una potente brisa desde Siberia

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Uno de los aspectos positivos de la temporada fue el presidente Viktor Petrov (Lars Mikkelsen). Su intervención generó un aire de frescura, con una justificación ingenua de lo que sucede en Rusia, pero fácilmente creíble. La eterna contraposición de los Estados Unidos está a la altura de la manipulación de Underwood, e inclusive sorprende en el tablero de ajedrez entre ambos. Quizás la contienda no fue la mejor, hay ciertas reacciones un tanto confusas que no se explican, dignas de un problema diplomático mucho mayor, pero la resolución si sorprendió y brindo un poco de debilidad al clan Underwood.

Más allá de lo positivo, lo negativo fueron las tramas secundarias que se extendieron de más, sin necesidad y sin justificación en algunos casos. Para decirlo sin vueltas lo de Doug, Gavin y Rachel directamente no se entiende, porque tanto sufrimiento para llegar a ese desenlace que de alguna forma se sospechaba.

Lo mismo con el libro de Underwood y Thomas Yates (Paul Sparks), aquí el problema fue lo que amagó con exponer y dejó a mitad de camino. Obviamente hay mucho camino abierto para la temporada que se viene, un futuro problema para la pareja presidencial, pero hasta ahora no fue más que un gran teaser. Paul Sparks tiene un buen papel, muy interesante, pero no convence mucho la historia que se presenta, y como Underwood permitió que imponga libremente tantos cambios y no le haya puesto un freno antes.

Conclusiones de la temporada

A diferencia de la temporada anterior, House of Cards perdió sorpresa y contundencia. Muchas historias de las temporadas anteriores se diluyeron y por eso tuvo que empezar de cero en varios aspectos. El problema es que estas nuevas historias no lograron enganchar de la misma forma, aunque parece que todo fue un armado para preparar el terreno para la temporada con la campaña presidencial. Lo bueno es que no recurrió a la misma forma de manipulación y de maquiavelismo de Underwood que se vio en las situaciones anteriores, que buscó variantes para bien o para mal.

CUIDADO – GRAN SPOILER. El final no fue impactante, por el contrario, hasta pareció lógico por los hechos de la serie. Pero deja expectantes para ver qué línea argumental deciden seguir los autores. Lo único que espero es que si la pareja presidencial se reconcilia, que no sea en la temporada que viene.

Crítica de la película
Fecha
Película
House of Cards - tercera temporada
Puntaje
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Acerca del autor

Germán Morales

Germán Morales

Lic. en Comunicación Social (UBA). Creador y redactor de Proyector Fantasma. Responsable de la sección SERIES.