Ficha técnica: Título Original: Cell; Origen: Estados Unidos; Año: 2016; Dirección: Tod Williams; Guión: Stephen King y Adam Alleca; Elenco: John Cusack, Samuel L. Jackson, Isabelle Fuhrman, Owen Teague, Stacy Keach, Joshua Mikel, Lloyd Kaufman, Alex ter Avest, Michael Beasley, Griffin Freeman; Distribuidora: Energía Entusiasta; Duración: 98 minutos; Estreno en Buenos Aires: 18 de agosto de 2016
La tecnofobia y el apocalipsis Zombie
Las corrientes de pensamiento tecnofóbicas suelen estar basadas en un fuerte determinismo tecnológico que plantea una dependencia acentuada del ser humano con respecto al entramado técnico que lo rodea, una suerte de vínculo amo-esclavo en la que el hombre queda relegado a una posición dominada y pasiva de la que pareciera no haber escapatoria.
En este sentido, Cell (2006) -libro de Stephen King en el que está basado El pulso (2016), está visiblemente influenciado por este trasfondo conceptual, aunque aquí el escritor de Carrie y El Resplandor decide agregar un condimento extra a la ecuación: Zombies.
En efecto, en “El pulso” –protagonizada por John Cusack y Samuel L. Jackson- el apocalipsis zombie sobreviene luego de que las personas son expuestas a una extraña señal que ataca a través de los celulares, transformándolos de esta forma en violentos descerebrados, literalmente consumidos por la tecnología.
Los únicos afortunados en este calvario son aquellos que no estaban utilizando sus teléfonos al momento del ataque, entre ellos Clay Riddell (John Cusack), un artista gráfico alejado de su familia, y Tom McCourt (Samuel L. Jackson), un maquinista de trenes que decide ayudarlo en su búsqueda.
La particularidad de estos “phoners” (o “chiflados telefónicos”, en su polémica traducción al español) es que actúan en manada y son comandados por una misteriosa señal que los mantiene «hechizados». Para resolver este enigma, Riddell y McCourt partirán rumbo a Kashwak, en el condado de Maine, lugar donde todo comenzó.
Cusack y Jackson ya habían trabajado juntos en la adaptación cinematográfica de otro cuento de Stephen King, 1408 (2007). En este caso, son lo único rescatable de una propuesta interesante desde su premisa, pero confusa en su desarrollo e incoherente en su desenlace.
Las imprecisiones del guión (en el que participaron Stephen King y Adam Alleca) y las vaguedades de la trama a menudo generan situaciones inconducentes y poca claridad en cuanto a la coherencia interna del relato. Así, el núcleo argumental se va diluyendo con el discurrir narrativo, entremezclado con pasajes religiosos desconcertantes, personajes secundarios triviales y escenas que rozan el límite entre la seriedad y el chiste.
El director Tod Williams –“Actividad Paranormal 2”, 2010- fue el encargado de llevar adelante este film, que contó con numerosas trabas y problemáticas en cuanto a su producción. El proyecto original (que iba a ser dirigido por Eli Roth) fue anunciado en 2006, es decir, inmediatamente después de la publicación del libro de King. Sin embargo, los cambios recurrentes en los derechos de distribución entre distintas empresas retrasó el estreno de la película durante 10 años. Finalmente, se terminó estrenando el 6 de junio en EE.UU para el mercado on demand.
Este no es un dato menor, ya que la temática del libro quizás habría sido más adecuada para una película de este estilo 10 años atrás, cuando el vínculo con la tecnología aún no era tan simbiótico como ahora. No obstante, la reflexión tecnológica sigue siendo pertinente, sobre todo si tenemos en cuenta el rol que hoy juegan los dispositivos móviles en nuestra vida en tanto apéndices de la propia corporalidad. En ese aspecto, aún con muchos desajustes, El Pulso puede habilitar conversaciones interesantes a la salida del cine.
Por Juan Ventura