Sección: música.
Si sos feminista, conoces a Kathleen Hanna y te gusta el punk, tenés que ver esta película.
En los últimos tiempos siempre me tocó ver documentales rockeros sobre escenas viejas, perdidas o extintas. Después de bastante tiempo (por fin) caí a un documental de una escena contemporánea, relacionado con un tema de fuerte actualidad: las bandas Riot Grrrl (de clara ideología feminista para los que no estén familiarizados con el género) en Madrid.
Una diferencia marcada al compararlo con Grita – documental de la escena hardcore en Buenos Aires que vi en este BAFICI 2018-, es que hablan desde el corazón y a carne viva de sus problemas, mientras que en el otro se trata de un ejercicio de recordar una bronca pasada que parece más una cicatriz.
Acá es donde se entiende un poco más ese famoso dicho que el feminismo es el nuevo punk. Y la película lo muestra más allá de las marchas y los grandes enunciados en contra del patriarcado que suelen vociferar, la escena en la cual un borracho interrumpe la entrevista con una de las bandas es la exhibición más contundente de la bronca e impotencia de varias mujeres (“yo no quiero enojarme con los tíos, pero mira…” se lamenta la entrevistada).
El film obviamente es mucho más que feminismo, y es de música. Retrata y muestra los sentires de varias bandas punks, grunge y rockeras que actualmente residen en Madrid, y escuchamos sus pensamientos sobre la música, la escena y sus letras llenas de bronca en salas de ensayo y recitales. La palabra “etiqueta” es la palabra clave que más molesta, y con cierta razón porque es algo que suele ser un mal vicio en mundo de la música.
Más allá de los gustos musicales, que en cierto punto se trata de un punk bastante crudo y en su forma más básica (por lo menos en el vivo mediado a través de una pantalla de cine), el film es interesante para acercarse a una escena contemporánea, y tan directa como activa en sus pensamientos.