Ficha técnica: Título original: King Arthur: Legend of the Sword Año: 2017 País: Estados Unidos Director: Guy Ritchie Guión: Joby Harold, Guy Ritchie, Lionel Wigram, David Dobkin Fotografía: John Mathieson Reparto: Charlie Hunnam, Jude Law, Eric Bana, Hermione Corfield, Astrid Bergès-Frisbey, Djimon Hounsou, Geoff Bell, Aidan Gillen, Michael McElhatton, Annabelle Wallis Distribuidora: Warner Bros. Pictures Fecha de estreno: 11 de mayo de 2017
Bajo la dirección de Guy Ritchie llega una nueva adaptación del relato folclórico del Rey Arturo y la legendaria espada Excalibur. Charlie Hunnam (Titanes del pacífico) se pone en la piel de un joven Arturo que creció entre los burdeles y las calles de Londonium sin los beneficios ni comodidades de la clase alta. Su destino ligado a la gran espada deparará una gran aventura que lo pondrá palmo a palmo con su tío Vortigern (Jude Law), rey e usurpador del trono.
El Rey Arturo: La leyenda de la espada (2017) repasa la historia del mítico personaje ya vista varias veces en el cine, pero en esta ocasión desde una perspectiva no tan explorada: el costado de la fantasía que envuelve al relato.. En sintonía con su trayectoria, Guy Ritchie marcó una manera de filmar con películas como Snatch (2000), Revolver (2005), RockaRolla (2008) y Sherlock Holmes (2009) en la que los diálogos rápidos, un humor seco, directo y el uso del flashback marcaban la dirección del film y su desarrollo.
Ritchie marca el pulso narrativo de el Rey Arturo desde el aparato sonoro, las diferentes tomas y la acción. A veces, este uso constante en la forma y manera de filmar recrea un efecto opuesto: el film se torna más denso y poco fluido. Sin embargo, El Rey Arturo propone su idea y esencia desde la primera escena: acción, espectacularidad visual y fantasía para elevar cada vez más al mito de Arturo y las hazañas que aglomeran a su reino.
Ya planteado desde lo visual, el guión sobre una historia tan conocida necesitaba un giro diferente para no ser una más del montón. Charlie Hunnam se pone en la piel de un chico malo de los bajos barrios que roba, pelea y esquiva a la ley junto a la pandilla que lo acompaña en sus proezas por las zonas carenciadas de Londenium. Una nueva faceta, lavada de cara o punto de vista para la historia de Arturo y como llegó a ser rey y proclamarse como Excalibur. El Rey Arturo entretiene y explora su historia pero utilizando a la magia y la tiranía del rey Vortigern como impulso y motivación para su desarrollo.
Uno de los puntos donde más flaquea el film está en tratar de hacer cada más más espectacular un enfrentamiento o combate, además el uso y abuso del CGI (Computer-generated imagery) hace que el relato que se está contado pierda consistencia. Son tan notorios los efectos realizados por computadora que muchas veces se pierde la coherencia narrativa que expone la película. También el CGI se rige por las normas establecidas del director para su estética: oscura, sucia, tenue y poco glamorosa. La fotografía de Ritchie sigue los tintes de Snatch y RockNRolla para recrear un ambiente caótico entre ladrones, asesinos y traidores, aunque en este caso se extiende en otro escenario diferente.
Así y todo, El Rey Arturo cumple con su objetivo y entretiene también gracias al elenco. Hunnam, conoce el papel de badboy desde su protagónico en la serie Sons Of Anarchy (2008) y le sienta a la perfección esa naturaleza de anti-héroe. En su complemento, tanto Jude Law como Eric Bana se apegan a sus personajes de manera eficaz y contundente, con esencias tan distintas y dispares entre ambos. Law encarna de manera correcta a un personaje consumado por sus ansias de poder y motivado en controlarlo gracias a la tiranía y el miedo que promueve.
El rey Arturo: la leyenda de la espada (2017) cumple con su cometido y entretiene desde la atenta mirada y toque diferente de Guy Ritchie, con grandes escenas de acción, diálogos ásperos y una mirada diferente sobre un relato clásico. Lamentablemente, Ritchie se queda con la espectacularidad que busca imponer en la película pero finalmente carece de contenido en lo que respecta a su composición final.
Por Alan Schenone