Ficha técnica: Origen: Argentina-España; Año: 2016; Dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat; Guión: Andrés Duprat; Elenco: Oscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigerio, Nora Navas, Manuel Vicente, Belén Chavanne, Gustavo Garzón, Julián Larquier, Emma Rivera; Producción: Fernando Sokolowicz; Dirección de Fotografía: Mariano Cohn y Gastón Duprat; Distribuidora: Buena Vista International; Duración: 118 minutos; Estreno en Buenos Aires: 08/09/2016
Profeta en su tierra
Los prolíficos e incansables Mariano Cohn y Gastón Duprat –autores de innovadores formatos en T.V, como Televisión Abierta (1999), y responsables de excelentes filmes, como El Artista (2008) y El Hombre de al Lado (2009)- regresan a la gran pantalla con una comedia dramática que, a partir del regreso de un escritor afamado a su pueblo natal, explora la soberbia petulante característica de la intelectualidad (o de cierto sector dentro de ella) y la hipocresía de la sociedad exitista que lo legitima.
La película aborda en clave satírica la tópica del “retorno del hijo pródigo”, en este caso de Daniel Mantovani (Oscar Martínez), un escritor consagrado mundialmente por haber ganado el Nobel de Literatura y que, tras cuatro décadas de ininterrumpida estadía en Europa, decide regresar a Salas (su pueblo natal en la Provincia de Buenos Aires) para recibir el galardón de “Ciudadano Ilustre”.
En este auténtico viaje al pasado los conflictos no tardarán en aparecer, pues la fuente de inspiración de las novelas que lo llevaron al éxito son justamente los habitantes de Salas (y no precisamente sus aspectos más pintorescos, sino su hipocresía, sus miserias y su conformismo campechano). En ese sentido, pese a que toda la obra de Mantovani está montada sobre la crítica permanente hacia ellos, la efervescencia y la fascinación por tener a un artista internacional en el pueblo hace que, en un principio, nadie se resista a su llegada
Con un magistral sentido del cinismo, Cohn y Duprat narran los pormenores de esta evidente contradicción en diversas situaciones: en el exitismo del pueblo que recibe con bombos y platillos a la persona que los defenestró toda la vida (pero que a su vez los hizo famosos); en la genuina (e inexplicable) emoción que siente Mantovani al recibir el máximo reconocimiento por parte de la comunidad que odia y de la que escapó cuando era joven; o en la ignorancia de aquellos que lo alaban por ser una figura mundial pero nunca leyeron -o entendieron- siquiera una página de sus libros (el conductor que se limpia sus partes utilizando hojas de sus novelas es bastante ilustrativo en este sentido).
Mientras avanza el relato (dividido en cinco actos: “La invitación”, “Salas”, “Irene”, “El volcán” y “La cacería”), Daniel –que pasa de la idolatría absoluta al repudio generalizado a medida que se conoce el contenido de sus obras- se va encontrando con viejos conocidos de la infancia: su antigua novia Irene (Andrea Friggerio), su mejor amigo del colegio Antonio (Daddy Brieva), ahora casado con Irene, su hija (con la que habrá alguna que otra complicación) y diversos personajes del pueblo.
Por momentos hilarante, por momentos lúcida e irónica (aunque a veces algo redundante), los directores construyen un relato repleto de personajes mediocres, detestables y aprovechadores (entre ellos Mantovani); una historia en donde abundan las falsedades y escasean las acciones honestas; una comedia ácida que problematiza el lugar de la producción artística, el egocentrismo intelectual y cuestiona el endiosamiento social exacerbado e irreflexivo por parte de la sociedad que los consagra.
El Ciudadano Ilustre es un filme que, en líneas generales, desarrolla con innegable humor y sarcasmo las excelentes ideas que propone. Si bien no todas sus partes encajan con la misma efectividad (la sub-trama con Antonio e Irene es bastante floja en términos dramáticos) y pese a que por momentos se torna algo monótona y reiterativa, se trata de una propuesta valiosa, fresca y divertida que cuenta con una actuación deslumbrante de Martínez y que, además, presenta un giro inesperado sobre el final que dejará reflexionando a más de uno.
Por Juan Ventura