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    Categorías: Cine

Xavier, le Fou

enfant terrible

28 para el enfant terrible

Envidiado por muchos y admirado por otros tantos, desde su primera película, Xavier Dolan ha sabido estar en boca de todos. Hoy es el cumpleaños de este joven director y por eso queremos homenajearlo.

Siempre hay que pensar ¿Qué le gustaría al cumpleañero? Así que hemos decidido no hablar de él, ya muchos lo harán un día como hoy. Optamos por escribir sobre su relación con una de sus películas favoritas: Pierrot le Fou (1965) de Jean-Luc Godard.

Hay películas que te hacen enamorar aún más del cine, o te recuerdan porqué lo amas tanto. Estas películas demuestran que las historias que narran son tan reales como construidas. En ellas, el cine no es solo una pantalla grande sino un lenguaje con sus propios códigos en el cual, desde ambos lados de la pantalla, se ocupa un rol y se es cómplice con lo que sucede.

Ahí es donde se esconde lo más lindo del cine, en lo que la mayoría de los films tratan de ocultar, el mágico artificio. Díganme si no es genial cuando el espectador deja de ser ignorado y le hablan desde la pantalla.

Siempre pienso que, en la mayoría de las películas, no se explotan los recursos propios del lenguaje. Esto no significa que aquellos films, en los cuales los espectadores somos completamente invisibles, no sean emocionantes o grandes obras maestras. Pero el manejo del formato en las películas de Dolan, desde Tom à la ferme (2013) hasta su coronación en la escena de la patineta de Mommy (2014), son excelentes muestras de que el cine tiene más herramientas para narrar de las que se suelen utilizar.

Por eso, no es sorpresivo que Pierrot le Fou sea una de las películas preferidas del «enfant terrible» del cine. La esencia de este film es insignia en toda la obra de Xavier: La libertad.  Historias de personajes oprimidos contadas con total libertad en el lenguaje, la estética, el sonido, la temporalidad, el género y, sobretodo, en el sentido.

Sus protagonistas no son personas trascendentales para la historia de la humanidad ni un prototipo artificial de lo que no somos. En los personajes de este film, con sus delirios incluidos, podemos reconocer nuestra verdadera identidad, esa que queda reservada solo para uno, porque no hay ser humano sin delirios.

Como dije en La Estocada Almodovariana, lo importante es dejarse llevar, no tratar de justificar racionalmente porque todo cobra sentido, justamente, cuando sentimos.

Por Julieta Lupiano.

Julieta Lupiano: Diseñadora de Imagen y Sonido (UBA). Colaboradora en la sección ESTRENOS.
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