En el día de hoy voy a hacer un breve análisis y comparación entre los soundtracks de dos películas dirigidas por uno de mis cineastas preferidos, Lars Von Trier. Como no podría ser de otra forma con este gran director, las dos películas tienen una temática profunda y ontológicamente muy densa, que hacen que el que vea la película -y además también la piense- no tenga vuelta atrás. Quien logre conectarse con cualquiera de estas dos películas, no tiene escapatoria. Dos geniales películas que desde una fuerte reflexión sobre la vida y la muerte, grafican la esencia y los miedos más profundos del ser humano.
Tanto El Anticristo (2009) como Melancolía (2011) tienen una estructuración similar que está dividida en capítulos. Ambas tienen un prólogo de similares características estéticas.
La música elegida para estas aperturas son dos grandes obras de la música clásica, en el caso de El Anticristo escuchamos “Lascia ch’io pianga” de G. F. Händel y en Melancolía “Tristan und Isolde” de Richard Wagner. Con increíbles tomas y un montaje en cámara lenta, el cineasta Danés va adentrándonos en la temática de cada película y en una densa y oscura atmosfera que estará presente durante todo el film, todas estas imágenes parciales irán cobrando sentido capitulo a capitulo. Las dos obras que escuchamos enteras en la apertura del film, también las escucharemos en el capítulo final a modo de cierre.
En el caso de Melancolía podemos escuchar a lo largo del film fragmentos de la obra musical presentada en el prólogo. Aquí la música funciona como medio de conexión haciendo que cobren total sentido las imágenes presentadas en la introducción.
En la mayoría de los casos “Tristan und Isolde”, se encuentra apoyando escenas muy poéticas y con cierto carácter onírico que siempre hacen referencia al planeta “Melancolia” que está por chocar a la tierra. Podríamos decir que de alguna forma esta gran obra de Richard Wagner está usada como “Leitmotiv” que nos remite al planeta. Gracias a la gran carga de dramatismo que posee esta obra ayuda a dar un gran peso a las imágenes y a la desgarradora idea del fin de la humanidad. Salvo en dos breves escenas en donde escuchamos algunos fragmentos de dos temas de jazz como música diegética -en el casamiento de Justine-, “Tristan und Isolde” será la única obra musical que se escuchará en todo el film.
Después de la introducción en El anticristo, no volveremos a escuchar “Lascia ch’io pianga” de Händel recién hasta el final, en donde se la utiliza a modo de cierre. La única aproximación a la música incidental que escuchamos, es una nota pedal muy grave que se utiliza en algunas escenas buscando incrementar la densidad de la oscura atmosfera que se genera.
En general, se trata de una banda sonora muy corta y sin variedad en el caso de las dos películas, pero resulta suficiente para la estética y los climas que se buscan generar. Hay muchas escenas en donde el silencio cumple un papel fundamental para la creación de tensión y la búsqueda de climas particulares.