Al comenzar esta temporada, uno ya preveía ciertos hechos que iban a suceder. A confesión de partes, como Game of Thrones está basada en una saga de libros, y con tantos comentarios dando vuelta, siempre fue difícil evitar la tentación de buscar o cruzarse con un spoiler. Sin embargo, creo que no fue nada comparado con lo que debieron padecer aquellos que no vieron el capítulo del domingo.
Quien hubiera dicho que todo iba a ser tan rápido. Al ver los avances y el comentario de los actores en las habituales entrevistas de presentación, era de pensar que solamente formaba parte de la publicidad de esta nueva temporada. Sin embargo no era humo, tenían razón.
Esta cuarta temporada de Game of Thrones se propone ir palo a palo, capítulo tras capítulo con entregas fuertes, cosa que la serie siempre evitó. Más allá que el episodio anterior no fue una mala entrega, si dijimos que el hecho de cerrar con Arya y el Perro, levantó mucho un episodio que podía ser uno más. De “La Rosa y el León” no se puede decir lo mismo, porque la tensión fue mucho más larga y la boda no brindó como hecho interesante solamente el final.
Empezamos con la reseña con la sombra gigante del SPOILER ALERT
Vamos a ir por el principio, que más que nada fue para mostrar algunas líneas argumentales que quedaron pendientes del primer capítulo. En principio volvimos con el Ramsay Snow/Bolton y Theon Greyjoy cuya nueva faceta como esclavo (Hediondo) deja al descubierto el objetivo de tortura al cual fue sometido. ¿Ramsay es el nuevo Joffrey? No nos adelantemos.
Roose Bolton no se tomó muy bien la pérdida de poder de negociación con los Greyjoy pero en definitiva sirvió para empezar la búsqueda de los pequeños Stark que están prófugos. Un comentario aparte sobre el momento que Theon afeita a Ramsay, la tensión que otorgó fue uno de esos grandes detalles del capítulo que luego quedaron opacados.
Respecto a la escena de Bran, nuevamente fue una pequeña introducción más que un aporte en concreto a la trama, en definitiva su grupo sigue marchando hacia más al norte, habrá que ver en qué desemboca eso. Por el lado de Stannis y el culto de Mellisandre, lo mismo. Es como que en estas dos primeras entregas hubo ciertos hechos relevantes y varias pequeñas actualizaciones para que no perdamos de vista a todos los personajes, mientras llegamos al desenlace de sus actos.
Vayamos a lo importante, los preparativos de la boda ya empiezan su fin para ir al acto en concreto en sí. Los regalos que recibe Joffrey despreciados por el insoportable futuro rey siguen dando muestra de lo odioso que es este muchacho. Cada aparición y actuación del personaje que interpreta Jack Gleeson, el joven y buen actor que anunció su retiro con este papel, genera un odio incapaz de contener. Tanto que al romperle el libro que le obsequia Tyrion con la espalda de acero valyrio que preparó Tywin no deja de sumar motivos para la alegría del final.
Hablando de Tyrion, su protagonismo en este episodio fue más allá del acto más importante, tuvo que dejar ir de forma dolorosa a Shae, por la obvia persecución de Cersei. Además de brindarle una ayuda a su hermano Jaime para que practique la habilidad de su mano izquierda con Bronn. De alguna manera todo nos da a entender que la ida de Shae no será permanente ni definitiva, habrá que ver de qué forma vuelve y cuáles serán sus intenciones luego de ese abrupto final.
Una vez dentro de la boda hubo varios momentos que dejaron mucho en el tapete. Varios diálogos bastante ricos y llenos de tensión, como el de Oberyn con los Lannister, o Loras con Jaime, miradas cómplices y pequeños detalles que hicieron muy rico el encuentro de la boda en sí. La tensión de esos cruces sirvió de banquete para un final cuyo crecimiento fue continuo y magníficamente interpretado.
Joffrey mantuvo su papel de odioso hasta el último momento, y se puede decir que la provocación a Tyrion fue la causa de su muerte. Fue la distracción justa para el complot de envenenarlo en el lugar más inesperado. La representación de los enanos fue bastante acorde para la actuación de niño malcriado que dejo la mejor despedida para un personaje que nadie va a extrañar. Dentro de las actuaciones y los juglares secundarios que entretuvieron a la (no) futura pareja real se puede decir que la serie contó con la actuación estelar de la banda islandesa Sigur Ros que recibieron gustosamente las despreciativas monedas del rey.
Es obvio decir que nadie está a salvo en el universo de Game of Thrones, pero la muerte de Joffrey desemboca en una lucha por el poder que no terminó de ninguna manera, sigue vacante y firme, como suponíamos. Ahora, ¿Cómo se hará un reino sin rey o cómo se las arreglarán los Lannister para continuar con el poder? Bueno, a esperar al domingo, pero el tono de la temporada parece más que claro, aunque no espero un capítulo que mantenga la intensidad para la próxima entrega.
Por Germán Morales