La serie versa sobre la vida de Fleabag, una treintañera que de diversos modos, está tratando de sobrevivir a su propia vida. Sobrevivir, risueñamente, a la vida moderna de una Londres que parece financieramente imposible al manejar un Coffee Shop mínimo, habitualmente desierto e inviable. También debe intentar sobrevivir a las relaciones con compañeros sentimentales ocasionales o algo más formales, pero generalmente capullos.
Sobrevivir a su familia, con una hermana mayor, obsesiva, seria, recta, profesionalmente exitosa y algo distante, de algún modo es todo lo que ella nunca será. A un padre con el que le es imposible comunicarse, debido a las dificultades y desinterés de éste, obligado a tener cierta presencia después la muerte de la madre de sus hijas, un par de años atrás. Al duelo de su fallecida madre, por supuesto. A su madrastra, toda una liberal con ínfulas de artista, que se le presenta como una rival insoportable a quien molestar. Y por sobre todas las cosas: al afrontar el duelo por la muerte reciente de su mejor amiga de quien sólo le quedó el Café, ese que fue adquirido como un sueño en conjunto y que hoy parece ser, lo único que le queda de ella.
Un conjunto de temáticas que, así leídas, parecen demasiado duras y algo repelentes para un espectador que tenga el simple objetivo de pasar un buen rato viendo esta comedia inglesa de 6 episodios (de menos de media hora cada uno). Sin embargo, justamente ese uno de los puntos más interesantes de la serie, tratar estos temas con mucha naturalidad y fluidez, convirtiendo todo este siniestro panorama en situaciones cómicas.
Fleabag continuamente rompe con la cuarta pared, (a lo Alfie, Deadpool, Ferris Bueller o mil personajes más) nos habla a cámara metiendo explicaciones descaradas en el medio de los diálogos con sus interlocutores. Nos cuenta que es exactamente lo que le pasa a ella con cada situación, logrando atraer nuestra empatía y comprensión, naturalizando y bajando a tierra firme cada incómoda situación de la vida cotidiana por la que le toca atravesar, haciéndonos dar cuenta que son situaciones bien típicas por las que constantemente nosotros tenemos que pasar también. Es este punto de vista y esta manera de encarar el argumento, la base sobre la cual se desarrolla todo el programa en sí, es su gran factor diferencial, esto que hace que la serie sea interesante para ver.
En este punto, se requiere también de una protagonista con enorme carisma para llevar a cabo diálogos frente a cámara que por momentos parecen sacados de un unipersonal y sustentan todo el estilo del programa en sí. Bueno, Phoebe Waller-Bridge hace un trabajo magistral encarnando el proyecto y esto tal vez se deba a que es creadora de la reconocida obra de teatro (creemos basada en su vida ya que “Fleabag” era el apodo por el cual era llamada por su familia) en la que se basa la versión televisiva siendo además, guionista de la misma.
La serie es fundamentalmente descarada y feminista. Ideal para ver en contextos donde el feminismo acaece, contándonos de manera realista y nada careta o aspiracional, los conflictos por los cuales pasa una chica en esta situación y su modo de afrontarlos. Graciosa, pero sin ser explosiva. Genera ternura, pero jamás cayendo en cursilerías, ni por asomo. Algo cínica y atrevida, pero nunca intentando ser provocadora ni dramática. Su protagonista nos cuenta su verdad intima, la que va más allá de las exigencias sociales. Y mientras que reímos con su sinceridad, no podemos más que coincidir con sus salvajes apreciaciones.
Al tomar como base el punto de vista de Fleabag, nos embarcamos a bordo de los dos mecanismos de defensa más habituales que usa la chica: el humor y la negación. Se trata de una mujer con una constante sonrisa y un gran sentido del humor que continuamente le busca el lado gracioso a las situaciones (por ejemplo, tratando de incomodar a su formal hermana con chistes muy básicos y primitivos). Asimismo, lidia con sus problemas tratando de ocultarlos bajo una gran capa de sexualidad. Fundamentalmente le interesa conseguir compañeros ocasionales para mantener relaciones sexuales, sentirse deseada y olvidarse de todo por un rato.
En resumen, podemos afirmar que Fleabag trata básicamente sobre: madurar en un contexto de duelo. Su protagonista es inmadura e irresponsable. Pero se ve obligada a madurar lidiando con un colapso emocional a punto de estallar, que siempre ha barrido bajo la alfombra del humor y la sexualidad. Básicamente: hace lo que puede. Y haciendo lo que puede, nos recuerda a nosotros mismos.
Por Lautaro Olivera.