Siempre traduje mentalmente a “The Boys” como “Lo’ muchacho’”. La interpretación surge de mi idiosincrasia argentina, que los imagina como a un grupo de sindicalistas de baja calaña que corruptos y mafiosos, pueden aplicar una suerte de justicia por mano propia cuando algo se sale de los carriles. De algún modo esta serie televisiva adaptación del título comiquero homónimo creado por Garth Ennis, es algo así.
Pero la pregunta es: ¿Qué pasa si estas ovejas descarriadas a las que se debe ajusticiar, tienen superpoderes? Se trata de superhéroes corruptos e impunes, a los que no les importa la gente y a los que solo les interesa mantener su status quo ya sea por dinero, o por popularidad y amor por parte de las masas (en el fondo siempre se trata de esto).
Entonces, el título “The Boys” se basaría en dos rasgos más: primero el de “humanidad” en cuanto a la diferencia con aquellas deidades modernas ideales y sin defectos que en el imaginario, son los superhéroes. El segundo hace referencia a la “inmadurez” adolescente y a la impulsividad que caracteriza a “lo’ pibe’” (la segunda acepción que he pensado desde mi idiosincrasia argentina). Lo’ pibe’ es una obra así. Sus personajes (supers o no) son bien humanos y pueden ser bien patéticos, inmaduros e impulsivos. Y si nos ponemos a analizarla, la obra total también, dejándose llevar por esa misma impulsividad para regalarnos situaciones absurdas y shockeantes, solo en favor del efectismo y el espectáculo. Y eso está muy bien.
Como dijimos, en el mundo de The Boys los superhéroes son moneda corriente de la sociedad y a la cabeza, tenemos a «The Seven». Una especie que es una analogía clara y burlona de la Liga de la Justicia de DC Comics y como buena parodia, tiene a sus propios homólogos de Superman, Batman, La Mujer Maravilla, Flash y Aquaman. Todos ellos a su vez, respondiendo a la megacorporación Vaught que los organiza y publicita, transformándolos en un muy exitoso producto de consumo. The Seven, es un grupo de héroes superpoderosos soberbios, egocéntricos, elitistas, infantiles y cuyo único temor pasa por el trato o destrato que puedan recibir por parte de la propia corporación. En este contexto, «Homelander» es el Superman de este universo: el más poderoso y el más amado, pero también el más impune, temido y mentalmente trastornado del panteón.
Del otro lado tenemos al protagonista de la historia: Hughie Campbell, que víctima colateral de esta impunidad con la que se manejan los super, es reclutado por Butcher para comenzar a formar parte de The Boys. Hughie es un cobarde que siempre se queda en el molde frente a la injusticia y que debido a su tragedia personal, se ve obligado a avanzar en un camino que lo lleva a evolucionar. Por su parte Butcher es otra víctima colateral que desprecia profundamente a los superhéroes pero que con una persuasiva personalidad en clave macho alfa, lleva a cabo tareas de inteligencia y paramilitares para vengarse de los mismos.
En el medio tenemos a Annie, una superheroína que siempre quiso llegar a lo más alto en el rubro para poder hacer el bien y que con inocencia y bondad, comienza a formar parte de The Seven sólo para descubrir lo triste, turbio, superficial y ficticio que es el negocio de los superhéroes.
The Boys flamea la bandera del cinismo mientras intenta descuartizar todos los ideales y la esperanza comúnmente asociadas a la idea del superhéroe. Con altas dosis de humor negro, gore, sexualidad y todo lo que nos podamos imaginar yendo en esa dirección. No leí el cómic original, pero por lo que sé, la serie televisiva nos presenta (gracias) una versión en donde todo esto está en menores dosis y mejor repartido y justificado a lo largo de la historia. Se trata de una serie irreverente y aparecen las cosas ya mencionadas, pero bien manejadas tratando de resultar impresionantes y/o hilarantes en lugar de asquear, y además, no siendo el centro de la historia.
Lograr el equilibrio entre lo efectista de la propuesta original manteniendo un alto ritmo de entretenimiento a la vez que se le agregan capas de profundidad a la historia, es uno de los grandes méritos de la serie. Por ejemplo, en esta nueva versión se juega mucho más con el medioambiente de los superhéroes entendiéndolo como si se tratara del negocio del espectáculo, apelando al extendido uso de las redes sociales y a las Social Media Analytics. En la trama se usan compulsivamente estas herramientas como para medir el rating o para ser más precisos, analizar la popularidad de los superheroes como si fueran candidatos políticos(algo que se hace comúnmente y más en época de elecciones). Asimismo teniendo a Annie como eje, se plantean con muy buen pulso críticas (muy ligadas a la actualidad) respecto a las vejaciones que sufren las mujeres en estos entornos que prometen un ascenso al estrellato.
Como punto más flojo tenemos cierto huecos argumentales que en el fragor de los hechos puede se nos pasen de largo, pero que pensándolos retroactivamente, son muy difíciles de justificar.
Producida por Seth Rogen (al igual que Preacher, serie de Amazon adaptación de otra exitosa historieta escrita por Garth Ennis) con un papel estelar para Karl Uban (el rol de Butcher le queda como un traje a medida) la aparición de Elisabeth Shue, un elenco principal completado por los no tan conocidos pero cumplidores Jack Quaid (el cual resulta ser el hijo de Meg Ryan y Dennis Quaid!) Erin Moriarty y Antony Starr (que ni siquiera sé si actúa bien pero al que le queda muy bien el rol de falso y psicópata que cumple Homelander) y unos más que decentes efectos especiales para cuando es necesario, se nota que acá Amazon puso toda la carne al asador.
En resumen, para el publico consumidor del cine de superhéroes The Boys (2019-) resulta una propuesta ineludible ya que nos muestra lo peor de ellos, con mucho humor negro, gore y por sobre todas las cosas un espíritu cínico y una actitud revoltosa, que nos resulta fascinante.
Por Lautaro Olivera