¿Qué tan real es la historia basada en hechos reales?
No hace falta decir que todas las películas que están basadas en hechos reales son una representación, es casi iluso repetirlo. Se trata de una forma de exhibir los hechos según los protagonistas que lo recuerdan, y esto puede distorsionar los sucesos de forma tal, que ese recuerdo solamente sea una narración de los sentimientos que el protagonista tiene en ese presente en el cual se ubica, para describir ese pasado que tiene para recordar. Lo que quiero decir es que quizás le preguntás 2 años después, y los describe con otro matiz, otro tono.
Ni hablar de las omisiones, los olvidos, las cosas que no percibe o la falta de comprensión de ciertos actos o hechos de los protagonistas. Uno lo puede describir pero siempre faltará algo o habrá contradicciones, a pesar que lo hagan todos los que participaron e intenten ser lo más fiel posible a los hechos. El narrador omnisciente solamente pertenece al mundo del arte, no de la historia.
Hago toda esta introducción porque 6 de las 9 películas nominadas como mejor film en los premios Oscar, están basadas en hechos reales, con omisiones o exageraciones, pero que realmente sucedieron. Dramatizaciones que de alguna forma nos hacen pensar que los hechos fueron así, aunque en muchos casos sean interpretaciones. No importa, el poder que tiene una película va más allá de lo que escriba la historia porque muchos ni se interesan en ella, simplemente se quedan con lo que ven en el film.
Los hechos reales están de moda
Digo esto porque recientemente me tocó cruzarme con este interesante artículo, donde discuten un poco la representación de la historia según Hollywood, y también acusan cierta intencionalidad de la industria del film norteamericana para tirar agua para su molino. Una visión interesante de muchas de las películas más vistas el año pasado.
Pero mi discusión va más allá de eso. La “Academia” de Hollywood digamos que reafirma ese compromiso que denuncia el artículo también en los premios del 2014, y va más allá, aumenta la apuesta, termine premiando o no a una película de estas características, digamos que el “régimen del hecho real” está instalado.
Obviamente el cine va mucho más allá de lo que nos diga Hollywood, pero no hay que negar que es la industria más importante del mundo.
La cuestión es que, parece y siendo exagerados, Hollywood perdió la imaginación de mostrar un producto novedoso, en un mundo que intenta ser cada vez más hiperreal y con una forma de representar el arte lo más fiel posible a lo que vivimos en la vida diaria. Obviamente, según su óptica de lo que significa “la vida diaria”.
Se ve en los videojuegos que más éxito tienen, como los de deportes, los de primera persona como el GTA o el Call of Duty, entre otros. También existen otros como los de RPG o el Minecraft que imaginan un poco más un mundo interactivo y fantástico, que se venden y mucho, pero en definitiva los que impactan en nuestras retiras y se desparraman por todos lados son los que intentan ser realistas en sus gráficas.
A lo que voy es que Hollywood demuestra ese compromiso con esas historias, y esa moda ya está más que instalada, como la de recrear en films de libros exitosos o los remakes.
En Proyector nos identificamos mucho con el tipo de historias que Her retrata. Una historia novedosa, fantástica, que parece un futuro cercano pero no deja de ser imaginación y especulación. Que problematiza el mundo y nos hace pensarlo de otra forma que parece ilógica, distinta.
No tenemos nada en contra de las historias reales, en definitiva ver la interpretación de los hechos históricos, es de alguna forma educativo, a pesar de que intente bajar línea. Pero no pensamos que el cine deba contar la historia, y se imponga de esta manera, quizás reescribiendo los hechos para el beneficio de algún protagonista o para sentar las bases de un pensamiento.
Para vivir la historia tenemos nuestra propia vivencia o los libros, y el cine no está para educar, sino para imaginar, para sentir. Sentir la historia en el cine puede ser distorsionarla o fortalecer el status quo. La inspiración en los hechos reales no está mal, pero debe ser imaginativa y no ser fiel, y además, aclarar que no es fiel. Cuando empieza American Hustle por lo menos tiene la intención de aclararlo, y de alguna forma imaginamos que no fue exactamente así.
Pero no alcanza, la sensación es que los personajes fueron esos y con esas características.
Para tragedias suficientes, tenemos el mundo. El cine está para imaginar.
Por Germán Morales