Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004) es una de esas películas que supera la prueba del tiempo, ya que toca temas que nunca pasan de moda y que, en general, a todos nos interpelan de una u otra manera (y lo seguirán haciendo).
¿Un mundo en el que es posible borrar de nuestra mente cualquier recuerdo indeseado, errores pasados, cosas que nos avergüenzan, traumas, momentos tristes? ¿Dónde me anoto?
Eternal Sunshine of the Spotless Mind definitivamente es una película que tiene muchos niveles de lectura. Pero antes que nada, es una película que habla de amor. Más específicamente, del amor que comparten Joel (Jim Carrey) y Clementine (Kate Winslet).
Él es introvertido, inseguro, temeroso, rutinario; ella todo lo contrario. Al principio todo está bien, ella le muestra un mundo emocionante que él desconoce y él le da la estructura que ella necesita. Pero cuando superan la primera y grandiosa etapa del amor en la que todo es perfecto (a.k.a “el enamoramiento”), las cosas se empiezan a complicar.
“Clementine: – It might be the hair.
Joel: – What might?
Clementine: – It changes a lot. The Color.
(Traducción: “Clementine – Puede ser por el pelo.; Joel – Qué puede ser?; Clementine – Cambia seguido. El color.”)
Clementine tiene una personalidad efervescente, inquieta, siente que cualquier minuto que no está haciendo algo es vida que pierde.
Su cabello refleja esta personalidad a la perfección: todo el tiempo cambia de color. Y no son colores suaves, que pasan desapercibidos: rojo, verde, naranja, azul. Todos colores llamativos, vibrantes. Como ella, bah.
Pero el cabello cambiante de Clementine no sólo existe para mostrar al espectador lo cambiante que es la propia Clementine, si no que tiene dos propósitos más:
¿De qué se trata dicho simbolismo? Paso a explicarles:
“Clementine: – This is it, Joel. It’s going to be gone soon.
Joel: – I know.
Clementine: – What do we do?
Joel: – Enjoy it.”
(Traducción: “Clementine: – Esto es todo, Joel. Pronto se va a terminar; Joel: – Lo sé.; Clementine: – ¿Qué hacemos?; Joel: – Disfrutarlo.”)
El verde es el color de la naturaleza: invoca el crecimiento, el florecer, el nacimiento de algo nuevo.
La única vez que vemos a Clementine con el pelo verde es al final de la película, cuando está a punto de ser borrada para siempre de la mente de Joel. Y éste recuerdo, irónicamente, representa el principio de la relación.
Joel está en un momento complicado de su vida. Estancado en una relación que no va a ningún lado (con Naomi), quieto, temeroso de cualquier cambio. Clementine aparece como un huracán para darle vuelta la vida con su cabello verde chillón: Clementine ES la revolución verde de Joel.
Y con su aparición, arranca “la primavera” de la pareja, ese primer momento que es el del conocerse, de la sorpresa, la falta total de problemas y la incapacidad de encontrarle defectos al otro. Enamoramiento, que le dicen.
Pero como todo lo bueno, dura poco. Y a la primavera le sigue el calor (a veces sofocante) del verano.
Dicen los que saben que la primera etapa de la relación es la mejor. Pero también dicen que cuando las parejas logran superar esta etapa, es cuando empieza el amor real.
¿Y qué es el “amor real”? Es dejar de amar una versión idealizada del otro para pasar a aceptarlo (y elegirlo) cómo es realmente, con sus defectos y virtudes.
El rojo es el color indiscutido que simboliza el amor y la pasión. No es casualidad que los mejores recuerdos que Joel tiene de su relación con Clementine ocurran cuando ella tiene el cabello rojo. Joel incluso define esta etapa como la más feliz de su vida.
“Joel: I could die right now, Clem. I’m just… happy. I’ve never felt that before. I’m just exactly where I want to be.”
(Traducción: “Podría morir ahora mismo, Clem. Estoy…feliz. Nunca me sentí así. Estoy exactamente donde quiero estar.”)
Tampoco es casualidad que sea precisamente en este momento cuando Joel se da cuenta de que no quiere borrar a Clementine de su mente.
El naranja es el color otoñal por excelencia, ya que es la tonalidad que toman las hojas antes de morir. Pero también podríamos pensar en el naranja como una versión “desteñida” del rojo, ¿no? La pasión se desvanece y empiezan los problemas.
Esto es precisamente lo que sucede cuando Clementine se tiñe el cabello naranja: los peores recuerdos que tiene Joel ocurren en este momento. La pareja comienza a distanciarse hasta un punto en el que casi no se soportan; Joel siente que son completos desconocidos.
“Joel: (speaking on tape) …you spend that much time with someone, only to find out she’s a stranger.”
(Traducción: “Joel: – (hablando a la grabadora)…pasás tanto tiempo con alguien, sólo para darte cuenta de que es una extraña.”)
La última pelea que tienen Joel y Clementine, la definitiva, ocurre precisamente cuando ella tiene el pelo de color naranja.
Clementine se aleja de Joel furiosa, él la persigue aún más enojado, incapaz de entender porqué ella lo ha borrado de su mente. La cabellera naranja se desvanece en la oscuridad, como si fuera la última hoja del árbol que cae y se pierde en la noche.
El amor parece haber llegado a su fin.
En el invierno el frío arrasa con todo y nada parece sobrevivir. Es la estación de la muerte, del fin de un ciclo.
Luego de la separación, cuando Joel busca nuevamente a Clementine y ella tiene el pelo azul, ya no lo conoce. Y no sólo no lo conoce si no que también está saliendo con otra persona.
Ahí es donde Joel se da cuenta, finalmente, de que la pareja se ha terminado.
Pero el invierno no es definitivo. Sí, las flores se marchitan, las plantas mueren, los árboles se quedan sin hojas, pero en algún momento el invierno se termina y nuevamente da lugar a la primavera: el renacer, un nuevo comienzo.
Una vez más, es el cabello de Clementine el que nos da la pista de que quizás la separación no es tan definitiva: cuando Joel y Clementine se reencuentran en el inicio de la película, el cabello de Clementine es azul, pero las raíces, que tienen el color natural del pelo, se mezclan con el azul creando una zona verde.
Pista sutil pero bastante clara de que las cosas no han terminado del todo.
La película finaliza con la pareja aceptando volver a empezar la relación, a pesar de saber cómo terminó la última vez. El ciclo, cómo las estaciones, vuelve a comenzar.
Quién sabe si la pareja volverá a cometer o no los mismos errores (probablemente sí). Pero eso no importa demasiado. Lo que importa es que lo hacen aceptando quiénes son, con sus falencias y desatinos. También aceptando esos recuerdos dolorosos como parte de ellos y de la historia que compartieron.
Porque borrar de la mente los recuerdos feos, los que son vergonzosos y los errores cometidos puede sonar interesante, incluso tentador. Pero sin ellos, no serían las personas de las que se enamoraron.
Por Mariana Van der Groef
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