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Entrevista con Matías Salinas, director de Presagio

Las cosas pasan en la vida, para bien o para mal. Hay un tema de esfuerzo, suerte y de talento, siempre. Pero nunca hay que considerar que los hechos están atados a uno solo de estos factores. Porque la gente suele asociar que el trabajo y el esfuerzo es la única herramienta para el éxito, y esto trae aparejado un mensaje que “si no te va bien, es porque no te esforzaste”. La famosa meritocracia, tan en boca de todos a principio de año. La suerte también juega en esto. Y esto trae el tema de las probabilidades.

Algo improbable, o por fuera de lo común, es un día caluroso en invierno. Eso no significa que no suceda, simplemente son menores las chances. Por eso, me encontré con Matías Salinas un día de agosto con clima caluroso. Un hecho por afuera de la media, como el recorrido que hizo Presagio, su ópera prima. Tanto en su producción, en su forma de guionar y filmar, como en los logros y los festivales de los que participó.

Leé la Crítica de Presagio (2015)

Mientras hacíamos la entrevista, Matías me comentaba que ese mismo día se estaba proyectando en un festival al aire libre en Rumania (con un castillo de fondo) y en México, en el festival Macabro. “Mucho trabajo de fondo, vivo trabajando por la película estos días”, comentó. Y no sólo ahora, fueron 5 años de tiempos libres y momentos dedicados para llevar el sueño de hacer una película.

Proyector Fantasma:  Dentro de los 5 años que duró el proceso, ¿Cómo fue que se dieron las cosas?

Matías Salinas: Primero fueron los fines de semana que íbamos a la costa y algunas filmaciones que hicimos en Ezeiza. A partir de ahí escribí el guión y haciendo pre-producción para la parte el consultorio, eso fue un año. En el consultorio fueron 3 unidades de rodaje divididas por un mes, cada una de ellas. Al año siguiente paré, porque tuve que trabajar. Y después estuve un año y medio de post-producción. Fue bastante intenso, porque de nuevo me encontré un poco solo después de tanta gente.

Una vez finalizado el trabajo, el reconocimiento vino en la primera jugada, en el festival Nocturna, el clásico Festival Internacional de cine Fantástico de Madrid. Luego, empezó el trabajo habitual de enviar a los festivales, con ese buen antecedente.

PF: ¿Vos mandabas la película a festivales y esperabas el llamado?

MS: Todos estos festivales que están surgiendo ahora, en la época de Halloween, yo los envié en marzo, aproximadamente. Mandás para cinco meses más adelante. Y así vengo desde el año pasado, y se hace de la forma más tradicional, llenando formularios, fumandote las bases. La posta de los festivales es que ellos te llamen a vos, y lograr eso es muy difícil. Con Presagio ya me pasó que me han escrito festivales de Alemania o Australia diciendo “leí sobre tu película, me la recomendaron y creemos que va a dar con la programación de este año, queremos que nos la mandes para verla y considerarla”. La verdad que esa es la mejor puerta de entrada. Pero la mayoría entró de la forma más tradicional, mandando la carta, presentándome y a mí a la película.

En Nocturna fue reloco, porque yo la estaba terminando, estaba en Work in Progress. Yo hice muchísimo de la postproducción, y no de hincha pelota que soy que no la quería delegar, sino que no tenía guita para hacerlo. Y yo justo soy de ese palo (de la postproducción), entonces me mandé de cabeza, porque si bien colaboró gente en ciertas cosas, me tuve que cargar al hombro un montón de cosas.

Justo, a través de Blood Window, que es un área del INCAA que apoya al cine de género, la peli ya estuvo en Ventana Sur. Y ellos mandaron a Nocturna, se ve que les gustó y me invitaron para estrenar ahí. Entonces eso fue una patada en el culo para cerrar la película, ya que un festival en Madrid la quiere, vamos a cerrarla como podamos. A partir de eso, eso dio un empuje para que la quieran otros festivales.

PF: ¿Cómo lo sentiste todo el recorrido de la película y haber ganado el Nocturna?

MS: La verdad que no lo esperaba. Nunca la hice con la expectativa de ganar. Yo sabía que iba a quedar buena, tenía algo en la cabeza que creía que valía la pena contarlo. Por eso estuve muy metido en el montaje, es un trabajo que no se la podría haber dado a un montajista y que diga “bueno, vemos después el primer corte”. Era una película con un rodaje experimental.

Los flashbacks se grabaron en un viaje que hicimos a la costa entre 4 personas, todos hacíamos varias cosas. Me di el permiso para experimentar y hacerlo de esa manera. Cuando después me encontré con este material, ahí escribí un guión formal. Se incorporó Carlos Piñeiro, un actor que laburó en La Antena, película en la cual yo trabajé en post-producción. Y yo no lo conocía a él, porque no estuve en el rodaje. Me lo crucé en el subte, me presenté, le conté los proyectos que tenía y ahí escribí el guión pensando que sea el psiquiatra, sin que él lo sepa. Cuando terminé el guión, fui, le llevé el material y se copó. Ahí programé otra etapa de rodaje, con 10 a 15 personas, muy distinta a la anterior. Con áreas, con asistentes, menos yo que no tuve asistente de dirección (risas), por darle un espacio a los demás, no me puse asistente.

PF: Y ¿Qué fue lo que más te dejo este proceso?

MS: Por un lado, ver los errores y entender la importancia de un asistente. Pero por otro lado, me dio algo muy importante que fue el control total de esta película, un control muy fuerte e íntimo que era necesario para esta producción. Pero sobre todo aprender mucho, porque estuve haciendo cosas desde arte, utilería, con criterio, como podía, con ayuda. En todos los flashbacks, la fotografía los hacía yo, después tienen un retoque de color y un laburo más fuerte que enriqueció mucho la imagen. Fue experimentar. Hice la cámara. Para mí, fue mi escuela de cine, porque trabajamos de una forma super de guerrilla entre 4 personas, haciendo 3 o 4 roles cada uno. Y después fue dirigir de la forma más tradicional, un equipo de 10- 15 personas. Ahí no se puede experimentar tanto, y estar en los dos escenarios me enseñó un montón.

Para tener un ejemplo más concreto de como fueron las cosas, Matías nos da una descripción gráfica de como fueron algunos efectos.

«Un pulmón, como todo el mundo»

Matías no es un estudiante formal de cine. Estudió post-producción en la Escuela Da Vinci y trabajó mucho para televisión, entre otros trabajos estuvo en Paka-Paka. Por eso, esos 5 años en los que estuvo trabajando cobran valor, porque más allá de ser su escuela de cine, fue su pasión paralela, en los que ayudaron principalmente su mujer (con la cual recientemente tuvo un hijo nacido, un año después, pero el mismo día del estreno en Nocturna), su primo Javier Solis (actor protagonista) y algunos amigos, aunque la base siempre estuvo en Matías y su compañera.

Pero lo interesante fue la forma de llevar a cabo el proyecto. Porque no fue una idea predefinida sino que se iba desarrollando con la cámara, fueron ideas que se filmaron y a partir de ahí se escribían los guiones que derivaron en Presagio. Por eso fue un proceso, más parecido al documental a nivel guión, por el hecho de escribir con las imágenes ya grabadas. Eso claramente demandó una obsesión muy particular, que algunos incluso quisieron verla como autobiográfica, como Matías dijo que le hicieron notar.

PF: ¿Cómo se fue dando el simbolismo que tiene incorporado Presagio?

MS: Partió un poco de charlas e imágenes con Javier, mi primo. Él estuvo un poco en el brainstorming de la película, en el inicio. Partimos de imágenes y sensaciones, la experiencia de un tipo que tenía un viaje más mental. Inicialmente eran más que escenas, sino planos pensados. La película partió de la escena que deja el auto en medio de la ruta y se va al medio del bosque. Yo sabía que tenía que ser sobre un tipo que iba obsesionado, a investigar algo. Después también que todo partía de un presagio, o un sueño que anticipa un accidente. Elementos clásicos del género, pero que iba a ser una experiencia más sensorial y metafórica.

Cuando grabamos todas esas experiencias y vi todo el material, fue hora de escribir el guión formal, y ahí salió un proceso que fue más como sucede en los documentales, que se guiona en base al material. Eran 20 horas de material que improvisamos mucho, experimentamos, probamos, y tuve que escribir para que dé pie al material, con las preguntas del psicólogo. Yo quería que esa historia que fuimos filmando terminen cerrando, que tenga una tensión y un desenlace.

PF: Aparte viendo el proceso desde afuera es difícil que terminé cerrando.

MS: Sí, tenés que tener muy en la cabeza todo el material. Y cuando no había escenas, íbamos a filmar de nuevo. ¿Pero qué necesitaba? A mi primo, la cámara mini DV y viajar. Esa fue la ventaja que tuve, el hecho de disponer las cosas cuando las necesitaba.

PF: ¿Cómo llevaste el hecho de tener un actor experimentado, como Carlos Piñeiro, y un actor con menos experiencia, a Javier Solis?

MS: Avalo lo que pusiste en tu crítica (que los diálogos están muy atados al guión) porque uno tiene su autocrítica. Yo sé que hubo algo más teatral y acartonado en los diálogos, pero es así el tono de la película y que se dio. La experiencia estuvo muy buena, porque algo que yo rescato de esa relación que hubo entre los dos actores es que Carlos tiene una formación más de teatro y de clown, es muy expresivo, muy físico. Y yo lo puse hacer algo en lo que no tiene mucho que ver. Tuve que atarlo al sillón masomenos, y cuando le daba un poco de libertad ponía unas caras, y yo decía “que mejor que un psiquiatra con cara de loco”. También me gustó esto que pusiste en relación al punto de vista, y es algo que yo traté de hacer. Pasar el punto de vista a diferentes personajes, como que se pasan la pelota. Hay veces que te conmovés con la historia del protagonista, y hay veces que te parece un psicópata. Y lo mismo pasa con el psiquiatra, que a veces lo encuentro que molesta y fastidia.

En relación al futuro próximo, Matías nos cuenta un poco sobre las puertas que se abrieron luego del recorrido de Presagio y de su asociación con Red Elephant, una productora mexicana.

MS: “Estoy escribiendo un guión sobre un thriler policial, con un poco sobrenatural. Todavía me cuesta definirlo. Si hay algo que quiero va a tener película, como Presagio, es una estructura compleja. Ya no será una terapia, pero es ese tipo de historia.”

Como dijimos, el esfuerzo no siempre rinde buenos frutos. No es una formula exacta, son muchos los factores, y sin dudas, la tenacidad y el sacrificio son importantes. Pero Matías logró superar sus objetivos iniciales y eso le permite tener más ambición y buscar más. Y el de Presagio fue un buen comienzo para lograr un buen empuje.

Por Germán Morales

Germán Morales: Lic. en Comunicación Social (UBA). Creador y redactor de Proyector Fantasma. Responsable de la sección SERIES.
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