No solemos hacer editoriales en las que reflexionemos sobre la actualidad del cine argentino o del cine en general, más allá de algún análisis o nota de opinión muy particular. Pero la situación que se desencadenó el pasado miércoles por la noche en el programa “Animales Sueltos”, la renuncia de Cacetta y todos sus episodios subsiguientes, fueron vistos con preocupación por la industria y las personas involucradas con el cine, directa o indirectamente. Nosotros no fuimos la excepción.
Un simple informe desnudó muchas cosas más que las que tuvo la intención de develar. Porque muy poco se habla de la supuesta corrupción o de los malos manejos que el INCAA tuviera enquistados en su interior.
La corrupción como excusa
Empecemos hablando de la metodología selectiva del gobierno de actuar ante la corrupción o los hechos turbios. El informe de Euardo Feinmann mostró una rapidez y liviandad peligrosa de parte del gobierno ante los “hechos de corrupción”. Avelluto (Ministro de Cultura) dijo que estos hechos fueron discutidos con Alejandro Cacetta, con anterioridad y que la respuesta que hubo no lo conformó y por eso tomó la determinación de separarlo el cargo de presidente del INCAA.
Quizás las movidas en la últimas semanas en el INCAA, como la presentación de la Cinemateca (CINAIN), el cambio de marca de CINE.AR y diversas inauguraciones hayan contribuido a dejar una mejor imagen de Cacetta. Pero sinceramente no creemos que sea así.
El rápido accionar por parte de la administración Macri, en este caso contrasta con las acusaciones de corrupción hacia Michetti, Arribas o el propio Avelluto. Pero muestra la misma torpeza con la que procedió con Gómez Centurion.
Hay una gravedad importante en esto por dos motivos, primero el disparador que tomó el informe flojo de papeles de la televisión. Y segundo, que se trata de un organismo autárquico que a lo sumo trabaja con el Gobierno pero no depende del él. Pedir la renuncia tan rápidamente, sin una investigación y archivando una causa en su contra, suena más a una intervención/extorsión y justifica el estado de alerta y movilización de la industria en su conjunto. Sobre esto volveremos más tarde.
El periodismo y las operaciones: cómo instalar ideas peligrosas y erróneas en la población
Hacer periodismo de periodistas no es sano. Pero en este caso se justifica por la forma en que está hecho el informe. Lo que fue presentado estos días por Eduardo Feinmann fue:
Mentiroso
Inquisidor y Malintencionado / Plagado de desinformaciones
Ambos tweets fueron publicados el sábado y luego borrados. Se trato de una serie de tweets con fotos de snapchat o gente de espalda en paños menores. Bien mala leche para desacreditar a esas personas que, en algunos casos, ni siquiera coincide con la foto o nombre. Incluso varias veces escribió INCCA, cuando el instituto es INCAA. Una es error, varias es desconocimiento, o directamente desinterés. Pueden ver los tweets borrados aquí. Dejamos una captura para la posteridad.
Sin meternos con la persona, es la clase de carpetazos que él mismo denunció que hacía el gobierno anterior. Es la clase de metodología que se dice que aplicaba el kirchnerismo contra sus oponentes. Lo más grave es que ni siquiera se preocupa por disimularlo e incluso se toma el atrevimiento de oficiar de gerente de Recursos Humanos del organismo escrachando gente con fotos polémicas, como mínimo.
El INCAA tiene cuestiones a mejorar, sin dudas. Pero ninguno de esos factores se está discutiendo en la opinión pública estos días. Los que desconocen del tema salen incluso a meter más barro en el asunto, por ejemplo en este tweet:
Más allá que algún mal pensado podría considerarlo mala leche, vamos a hablar sobre esto. La industria, si bien se financia con las entradas y el canon de los canales de televisión y radiodifusión, no son las únicas fuentes de financiamiento del INCAA, pero si está autofinanciado. Eso significa que no le quita dinero ni presupuesto a los hospitales, colegios o cloacas, como también se estuvo diciendo. Al respecto, los invitamos a ver y leer las publicaciones que realiza PCI -Proyecto Cine Independiente- donde explican perfectamente, el mecanismo de autofinanciación.
La política de un organismo debe extenderse y superar la lógica del mercado. Los espectadores no son el criterio único para decidir el financiamiento de un film.
Salimos de la frase fácil, “el cine es cultura”, pero decir esto significa que es educación, difusión de temas que escapen la lógica de la cantidad de espectadores, narrativas y un arte que muestre diversidad en sus producciones. Si pedimos que el único criterio sea “lo que ve la gente”, estamos perdidos. Pero estamos perdidos como país. Porque hoy es el cine, mañana es la obra pública y capaz que pasado la medicina o los jubilados. En el hecho que beneficia a menos cantidad de gente, el Estado no le dará importancia. Esto es algo que viene siendo la lógica de este país desde hace mucho tiempo, más allá de alguna excepción.
El cine es identidad nacional. Es dar a conocer otras sensibilidades, otras problemáticas por afuera de la Capital Federal y de la lógica de mercado. Otras formas de llevar la vida, ya sea en la identidad sexual, provincial, los gustos, las pasiones y demás.
Además que la frase encierra un problema de desconocimiento del financiamiento de esas películas que “no ve nadie”. No es que el INCAA agarra a un tipo que quiere filmar un documental sobre las palomas en la plaza y lo llena de guita para que lo haga. Es un poco más complicado que eso. Muchas veces solamente lo financia en un aspecto de la filmación, ya sea en la posproducción o en la distribución y esa plata la usa para cubrir los baches de la plata que la productora gastó.
Los que realmente son los beneficiados en este sistema del INCAA son las mismas productoras de siempre, no las películas “que no ve nadie nunca jamás”. Entonces plantear ese escenario es un poco perverso en plena discusión.
Porque si se refiere a las “famosas películas que se hacen para estrenar y cobrar el subsidio y que nadie ve”. Hay dos problemas ahí más allá del dinero del subsidio. Primero: la distribución ultracentralizada y el cruel sistema de exhibición que existe en el país, justamente aplicada a la famosa lógica de mercado que piensa en la cantidad de espectadores. Las películas duran una semana en la pantalla y no las ve nadie justamente por eso, porque no hay una política que piense en expandir y fomentar la pantalla de esas otras películas.
Si existiesen esos casos de películas que sólo se hacen para cobrar el subsidio, serían una minoría a corregir y a denunciar. Y si los medios hacen denuncias tan flojas de papeles y sin problema en hacer nombres con foto, ¿por qué sobre esas películas, o sobre la corrupción “que todo el mundo sabe”, no hay ningún tipo de mención?
¿Por qué la desconfianza hacia el Gobierno?
El jefe de gabinete Marcos Peña se encargó de victimizar a su Gobierno en un posteo de Facebook:
Es cierto que el BAFICI sigue -de hecho hoy es su apertura-, que el CCK no cerró, y algunas de las cosas que aclara. Pero también es cierto que la sala Lugones y el centro cultural San Martín se encuentran cerrados hace años. Que el CCK y Tecnópolis parecen escenarios más adaptados para anuncios políticos de Gobierno que para el uso de la población y de la cultura. Y que la relación entre Gobierno y el ambiente cultural viene mal llevada desde el principio, empezando con el nombramiento de Lopérfido, ex Ministro de Cultura de CABA.
Por otro lado, la desconfianza está puesta desde el momento en que salen a tantear todo con notas periodísticas que muestran las intenciones de Nicolás Dujovne (ministro de Hacienda) desde su asunción. En ella describen las recomendaciones que hicieron desde la consultora FIEL, una de ellas incluye la eliminación del impuesto del 10% que el INCAA recibe por la venta de cada entrada de cine. Aunque luego haya sido desmentida por Avelluto y Dujovne, el miedo está.
El supuesto diálogo que el Gobierno de Macri dice llevar no parece aplicarse con el ambiente cultural. Por eso, por más que el Gobierno se encargue de decir “no vamos a tocar la ley del cine”, la desconfianza está puesta. Sobre todo al intervenir tan rápidamente a un organismo con pruebas tan débiles. Seguramente no toquen la ley del cine, pero es una posibilidad que le quiten financiamiento indirecto al INCAA evitando que los canales dejen de pagar el canon del 25% que les corresponde según la ley, como se expresó en la asamblea del lunes, por eso es necesario que la industria audiovisual se movilice en ese sentido. No cambian la ley pero…
Qué nos queda
No somos optimistas con lo que pueda venir. Las ideas que circulan son peligrosas, sobre todo de algunos comunicadores que se la agarran con las producciones más débiles. Lo importante es que la gente que sepa al respecto se involucre, y no cualquier improvisado que continúa con los viejos prejuicios que el cine argentino tuvo en algún momento. El cine argentino hoy tiene más producciones, más espectadores, pero tiene menos pantalla. Ese es el verdadero problema. Es mentira que el mercado va a apostar a las producciones si son buenas de verdad. Hoy no sucede eso, y menos si se quitan las posibilidades de financiamiento.
Creemos que toda esta movida es una campaña de desprestigio hacia el Instituto para que la sociedad acepte la ley de convergencia, que se votaría en octubre. Exigimos que si realmente existió la corrupción de parte de Cacetta y Rovito – Ex Rector de la ENERC-, se muestren las pruebas a la sociedad a través de la justicia y no a través de programas pseudo-periodísticos que buscan sensibilizar a la sociedad con denuncias de alto impacto y sin sustento, como ocurrió en el día de ayer con otro caso.
No queremos explicitar tan enfáticamente, como se enuncia fácilmente en varios lugares, que el Gobierno tiene la intención de destruir la cultura (la música, los teatros, los museos, etc.). Pero la forma de actuar y la falta de pruebas contundentes nos hacen creer eso.
La carta de renuncia de Rovito como rector de la ENERC, demuestra todavía más, la falta de contundencia en la denuncia de Feinmann y la complicidad de Avelluto en todo esto. Rovito tuvo una de las gestiones más proliferas en su rol como rector de la institución, y además permitió y propulsó a creación de nuevas sedes en distintas regiones del país.
Como dijimos, el cine es identidad nacional. Y meter mano en un organismo autárquico también es meter mano a la identidad nacional. Esos organismos tienen procedimientos que se deben respetar. La famosa seguridad jurídica que no se respeta en el país, se ve también en estos movimientos. Por lo tanto, muchas de las malas maniobras que se le criticaban al gobierno anterior, también aplican para éste.
Lo que llena de optimismo es la movilización y el estado de alerta que todos los sectores de la industria, incluso los que más diferencias tienen (como por ejemplo la productora El Pampero Cine-, actúen en función de preservar al cine nacional ante esta avanzada.
Lo importante, para poder terminar de entender y develar mejor las verdaderas intenciones de todos estos cambios, despidos, renuncias y nombramientos, es informarse, ya que lamentablemente circula mucha información pero con poca precisión.
Por Germán Morales, en panel abierto con el staff de Proyector Fantasma.