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Crítica: Te Sigue (2014) Dir. David Robert Mitchell

Origen: Estados Unidos (2014) Dirección: David Robert Mitchell Guión: David Robert Mitchell; Protagonistas: Keir Gilchrist, Olivia Luccardi, Maika Monroe Fotografía: Mike Gioulakis;Música: Rich Vreeland Distribuidora: Impacto Cine Duración: 107 minutos Estreno en Buenos Aires: 3 de septiembre de 2015

Suspense 1.0.1

¡Hace mucho que no me julepeaba tanto viendo una de terror! Esperen… creo que puedo ser aún más contundente: al fin una película que -pretendiéndose de terror- cumple su cometido y… ¡Causa terror! Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir…

Enfrentémoslo: en términos generales, la industria del miedo mainstream se está consumiendo poco a poco como resultado de un proceso de estandarización y homogeneización que, en los últimos años, se fue cristalizando en la repetición de fórmulas estereotipadas y la escasez de ideas novedosas. Así, las películas salen y salen del horno hollywoodense con cada vez menos cocción y abordan un universo temático especialmente acotado, a saber: posesiones diabólicas, casas embrujadas, pibitos ultra creepys, monstruos míticos y asesinos sanguinarios (miren The Cabin In The Woods (2012) y ahí van a entender todo). Ni que decir de la cantidad de secuelas/precuelas y spin offs que andan pululando por ahí…en fin, el agotamiento es visible.

Por suerte, siguen existiendo bocanadas de aire fresco que rompen la monotonía y sacuden la estantería de la industria de tanto en tanto. En ese sentido, Te Sigue (It Follows, 2014), de David Robert Mitchell, es un film independiente estadounidense de terror psicológico que sorprende por la originalidad de su propuesta, cautiva con su estilizada puesta en escena y atrapa con su aterradora atmósfera. Sin dudas, estamos en presencia de uno de los mejores exponentes del género en lo que va del año.

Mitchell se encarga de colocarnos en clima desde la secuencia inicial: zona residencial suburbana; crepúsculo; una adolescente sale corriendo despavorida de su casa; se detiene en la mitad de la calle; voltea y mira fijamente hacia su hogar; espera; está nerviosa; un vecino le pregunta si está todo bien; ella le contesta que sí (aunque es evidente que no); continúa mirando. Repentinamente, se lanza hacia su hogar rodeando sus trayectoria anterior; entra en el auto; escapa… acto seguido, aparece muerta en la playa con una de sus extremidades inferiores girando sobre su eje. No sabemos cómo ni por qué, pero sabemos que alguien -o algo- la asesinó y que, de alguna manera, en ese enigma introductorio estará la clave de la película.

Luego de esta escena inicial conocemos a Jay (Maika Monroe, de soberbia interpretación), una adolescente que sale con Hugh (Jake Weary), un pibe bonachón que aparenta ser el partido ideal para cualquier chica. Sin embargo, como las apariencias engañan, luego de tener sexo en un descampado, Hugh secuestra a Jay y le confiesa que le acaba de transmitir una terrible maldición, la cual consiste en un demonio que persigue y asesina a sus víctimas a través del acto sexual (si, ¡un demonio de transmisión sexual! ¡es genial!).

Este demonio puede adquirir cualquier forma humana (conocida o no) y sólo puede ser visto por aquellos que portan la maldición. Además, se dirige hacia sus víctimas caminando (no corre, no salta, pero tampoco se detiene). De esta manera, no importa dónde estés: si estás maldito, siempre habrá alguien caminando lentamente hacia vos hasta que cumpla con su cometido fatal-sexual. En este sentido, el film es una analogía de la vida misma, en donde todos los seres humanos luchan diariamente contra su no-ser, contra su no existencia. En otras palabras, combatimos y escapamos de la muerte para prolongar al máximo nuestra estadía en el mundo, aunque tenemos la certeza de que, tarde o temprano, la parca nos alcanza a todos.

La única alternativa para librarse de este flagelo es pasar la maldición a otra persona teniendo sexo con ella. Así, el film enfatiza en las decisiones éticas de Jay, que tendrán una influencia directa sobre la vida de otros sujetos. En ese sentido, Te sigue constituye una reflexión en torno a la perdida de la inocencia adolescente y el ingreso definitivo al mundo de la adultez (con las respectivas responsabilidades que eso conlleva).

Si bien la historia posee algunas flaquezas menores, la principal fortaleza del segundo film de Mitchell –el primero había sido The Myth of the American Sleepover (2010)– reside en una progresión dramática en donde la tensión va en constante aumento. En este sentido, la atmósfera sofocante y angustiante que tiñe todas las imágenes de la película no sólo viene dada por la excelsa fotografía de Mike Gioulakis o la desesperante música de Rich Vreeland, sino por un terror que se basa más en lo que insinúa -en su latencia- y menos en lo que realmente sucede en pantalla. La potencialidad del peligro es tal que no hace falta recurrir a golpes de efecto o escenas gore más explícitas.

Basándose en la productiva explotación de los recursos técnicos y expresivos del artilugio cinematográfico, Mitchell brinda una contundente clase de suspense Hitchcockiano que mantiene al espectador en todo momento al borde del asiento. Viendo la película, uno tiene la incómoda sensación de no estar nunca a salvo, generando una tensión y una intriga que a menudo llegan a ser insoportables. Y si a esto le sumamos que los personajes casi no toman decisiones estúpidas en toda la película, el resultado final es bastante redondo.

¡Vayan a ver esta joyita del género al cine! no se van a arrepentir…

Por Juan Ventura

Crítica de la película
Fecha
Película
It follows (2014)
Puntaje
4
Juan Ventura: "El cine es la vida misma sin las partes aburridas" - Alfred Hitchcock
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