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Crítica: St Vincent (2014) Dir. Theodore Melfi

St. Vincent (Estados Unidos, 2014)

Dirección y guión: Theodore Melfi, Elenco: Bill Murray, Jaeden Lieberher, Melissa McCarthy, Naomi Watts, Terrance Howard. Distribuidora: Distribution Company Duración: 102 minutos. Estreno en Buenos Aires: 29/01/2015

 Con ustedes…Bill Murray

St. Vincent es Bill Murray, tal vez uno de los pocos actores amados y aclamados tanto por la crítica, y los colegas como por los espectadores; básicamente porque partió desde roles mínimos, siendo un actor mínimo y se transformó en BILL MURRAY, con mayúsculas.

St. Vincent también es un veterano de Vietnam venido a menos, cuya vida se basa en apuestas en el hipódromo local, alcohol y sexo casual con Daka, una prostituta rusa interpretada una Naomi Watts con un divertido acento. La otra gran ocupación de Vincent es ser un gruñón y odiar; odiar a cualquier ser humano y fundamentalmente odiar todo, excepto a su gato y a su auto y preocuparse sólo por sí mismo, o al menos eso parece superficialmente.

Un buen día, mudanza accidentada mediante, Vincent se cruza con Maggie (Melissa McCarthy, actriz de comedia que participó de la serie Mike & Molly y más atrás en el tiempo, se ganó nuestros corazones con su papel en Gilmore Girls), y su hijo de diez años Oliver (Jaeden Lieberher), sus nuevos vecinos.  Ella, recién divorciada se convierte en el único sustento familiar, por lo que debe trabajar horas extras en el hospital donde se desempeña como radióloga. Es ante esta situación de sobre-ocupación y poco tiempo para ver a su hijo, que acepta la propuesta de Vincent: cuidar a su hijo a cambio de algunos dólares por hora mientras ella no está en casa.

Al pasar más tiempo con el pequeño, nuestro veterano de guerra ve y se da cuenta que el chico no la está pasando nada bien en la nueva cuidad: sus compañeros de colegio le roban la billetera y el celular, lo golpean y se mofan de él por sus pocas habilidades deportivas. En situaciones muy Bill Murray met About a Boy and Charlie Sheen en Two and a half men, Vincent ayuda y le enseña al niño a defenderse y a golpear con fuerza, así como también le enseña el valor del trabajo al obligarlo a podar un jardín totalmente seco sin césped.

De esta forma la película va virando, y el particular lazo que van formando se convierte en el foco de todo; a la vez que el pequeño nos enseña que todos tenemos algo de bueno, malo, feo y miserable con que cargar en nuestra existencia.

Con referencias claras a Alexander Payne, y tal vez la más obvia a Gran Torino de Clint Eastwood, Theodore Melfi logra con St. Vincent un pequeño gran film con varios momentos épicos (el baile de Somebody to love, y el cierre con Shelter from the storm a la cabeza) , que en general se mueve en el terreno de la comedia ácida y amarga  pero también brinda escenas de reflexión y hasta de ternura que parecen rozar hacia el final lo políticamente correcto o ultra moralista, pero que gracias a las virtudes de Melfi, logra dar el volantazo a tiempo para evitar estos lugares comunes.En definitiva St Vincent nos cuenta lo que ya sabíamos, que Bill Murray es en el campo actoral  lo más cercano a Dios que tenemos, y por ello Melfi lo homenajea y santifica.

Por Marianela Santillán

Marianela Santillan: Lic. en Psicología (UBA) -Psicóloga online-, con formación en Artes Audiovisuales (IUNA). Editora y redactora responsable de la sección CINE en Proyector Fantasma.
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