El triunfo de la lentitud
«En un mundo donde todo es tan veloz y descartable el logra imprimir un recuerdo en la historia de Boca y mostrarnos en lentitud: la belleza. Nos mostraba en cámara lenta la belleza del proceso.»
Juan Román Riquelme es el ídolo máximo de la historia de Boca Juniors y uno de los mejores futbolistas de la historia del fútbol argentino. El consenso respecto a estas contundentes afirmaciones y el respeto total de cada sector del ambiente futbolero hacía Román, hablan por sí mismos de su importancia a lo largo de la historia.
Pero más allá de que los hechos hablen por si mismos siempre es lindo hablar de fútbol y reconocer a los ídolos, por eso este documental nos trae más palabras respecto a lo que significa Riquelme para el mundo del fútbol. Palabras en off que acompañan imágenes filmadas en el último partido de “el último 10”, en la Bombonera, jugando para su amado Club Atlético Boca Juniors.
Ese encuentro fue jugado contra Lanús, el 11 de mayo del año 2014. Y no pasaría mucho tiempo para que la película estuviese lista para ser publicada pero al no tener el consenso de Riquelme su director Sebastián De Caro, decidió dejarla archivada. Años después en un contexto de aislamiento social debido a una pandemia y con Román con un cargo directivo en Boca, el futbolista daría su consentimiento y la película finalmente saldría a la luz, accesible para todo aquel que cuente con una conexión a internet y lista para ver en YouTube.
La propuesta es adrede minimalista y simple: desde un punto de vista que nunca saca la mirada sobre Román vemos su último partido en Boca mientras escuchamos a personajes de la farándula mayormente futbolera hablar sobre él.
Desde el minuto uno nos dice explícitamente que esto es una carta de amor y comenta de manera insistente y redundante que es una propuesta sin fines de lucro. Dentro de este contexto que no es comercial aporta cierta frescura al no interesarse por tener llegada a un público masivo y (al igual que Román) evitar ser complaciente, la demagogia y caer en lugares comunes de sobredramatizar lo que simplemente es un juego. Narrativamente no ofrece prácticamente contrastes: no se trata de un viaje donde hay punto de partida y punto final y no se presentan conflictos, sino que más es bien una especie de ensoñación que se apoya en el hecho de nunca sacar los ojos de los gestos del futbolista.
Esa falta de demagogia se agradece ya que no hay una narrativa que por ejemplo desde la música se represente como épica (algo a lo que nos tienen bastante acostumbrados los documentales sobre deportistas y más en Argentina) y tampoco es la intención hablar sobre momentos conflictivos puntales de la carrera de la figura o de su vida personal, lo cual también es lógico debido a su enorme hermetismo.
La intención es mostrar a Román y su relación con el juego. Sin embargo es una intención que no termina de realizarse debido a elecciones narrativas, ya que por ejemplo la falta de contraste puede generar saturación en el espectador.
Una de las narradoras (sino me equivoco Marina Zucchi, a quien citamos al principio de este articulo) comenta que el juego de Román representa “el triunfo de la lentitud”, resaltando que el 10 tenía movimientos lentos, pero que a pesar de eso sabía cómo elegir el momento justo para pasar la pelota de una manera efectiva. Es un clisé decirlo pero se trataba de un jugador lento físicamente que asimismo mentalmente era el más rápido de todos. Bueno, creo que la película busca emular eso con su metraje pero pierde al no ofrecer contrastes. Nunca hay un cambio de ritmo como el que ofrecía Román rompiendo las líneas y sorprendiendo con uno de sus punzantes pases. La película se avoca a cumplir de manera obediente, a rajatabla y sin rebeldía, la premisa de moverse todo el tiempo en cámara lenta.
El solo mostrar el campo de juego casi sin contaminar con imágenes de otro contexto o sobreimpresos, también es un acierto. Pero hacerlo sin abrir el plano como para mostrar cómo podía llegar a ser la relación de JR con el juego y como un pase suyo podía ir a un espacio jamás visto por rivales o compañeros por ejemplo, termina siendo un desaprovechamiento lamentable. Hubiera sido bueno ver a Román jugar más allá de sus gestos en primer plano ya que su relación con el juego era lo más interesante. No abrir planos como para mostrar pequeñas situaciones de partido (por más poco que importase el contexto y esto es otra cosa positiva en esta película) es desaprovechar la oportunidad de ver a Román jugar (además teniendo en cuenta que el material de origen se saca de uno de los mejores partidos de su carrera) y constituye un gran desacierto narrativo que hace que la película careciendo de contrastes, por momentos resulte bastante plana.
Otro punto a criticar es la selección de sus declarantes. Por el micrófono desfilan figuras que destacan más por su popularidad que por el hecho de la expertise sobre el tema o por tener algo para decir. Nadie cuestionaría la nobleza de Daniel Arcucci como periodista y todos sabemos que Eduardo Sacheri es un buen escritor y representa muy bien lo que es el amor por Independiente, pero su participación es esta historia no termina de entenderse. Los pongo como ejemplo pero así sucede con la mayoría de los personajes que aportan su voz en off a esta historia. Ni hablar de un Gastón Pauls cuya participación me resulta más inexplicable todavía.
En los momentos en los que no se escucha alguna declaración, sube el volumen de la música que acompaña. Instrumental de corte electrónico que parece una buena elección a priori sonando muy bien, pero que resulta molesta y desubicada a posteriori a medida que sube el chirrido de sus sintetizadores. Y que alcanza el ridículo hacía el final cuando remixa las declaraciones de algunas de las voces participantes de este envío.
En resumen: Román es una propuesta distinta respecto a lo que son los documentales sobre ídolos deportivos y con minimalismo, simpleza y carente de efectismos tal cual la figura que busca homenajear, pone el foco sobre el jugador en su hábitat natural, logrando ser atractiva desde lo visual. Pero asimismo falla en el ritmo narrativo ya que saborea de manera adictiva y carente de contraste el estilo en cámara lenta sin entender o saber representar desde lo visual, los momentos de estocadas en donde se dejaba ver la gran velocidad mental de Riquelme. Esta fascinación sufre la falta de conflictos narrativos que se podrían haber mostrado desde un cambio de ritmo en alguna de sus escenas y desde la apertura de ciertos planos que mostrasen la relación de Román con el juego, más allá de sus gestos técnicos.
Sumado a eso la inclusión de personajes que hablan sobre él por el peso propio que tienen en la farándula y por lo accesibles que son, más que por el hecho de tener algo interesante para decir y una música que resulta descontextualizada respecto a su personaje y a lo que sucede en la pantalla, nos dejan con sabor a poco respecto de las buenas expectativas que teníamos sobre este documental.
En definitiva, Román es una carta de amor sincera y sentida pero que oculta tras su estética minimalista ciertas elecciones que son pobres y/o vagas y que dan la sensación de que se acaba de perder una gran oportunidad. Lo dejamos acá para que cada uno saque sus propias conclusiones: https://www.youtube.com/watch?v=72yhbZhCqHg
Por Lautaro Olivera