Título Original: Batman The Killing Joke Año: 2016 Duración: 72 minutos País: Estados Unidos Director: Sam Liu Guión: Brian Azzarello Elenco: Mark Hamill, Tara Strong, Kevin Conroy
Un chiste de dos actos
A la hora de analizar una película de características tan particulares como ésta, uno debe tener un cuidado especial. Desde hace algunos años DC Cómics está adaptando, a la pantalla chica, historias clásicas de su universo en historietas y, si bien éstas quieren gustar a todo el mundo y llegar a un público más amplio, basan su existencia en la revisión que le va a dar su base de fanáticos.
Nos referimos a lectores de cómics qué, familiarizados con la obra original, van a sostener la mera existencia de esta película para (llegado el caso) hacer que nuevas personas se sumen. Es decir: ¿A qué publico están apuntadas estas películas? Y en consecuencia: ¿Cómo se deben criticar esas obras?, ¿Como si fuesen películas originales o en relación a las obras en las que se basan? Bueno, tal vez en casos tan especiales y específicos como éstos, la respuesta sea: un poco y un poco.
El cómic The Killing Joke fue escrito en 1988 por Alan Moore, el mismo de Watchmen, V de Vendetta y La Liga De Los Caballeros Extraordinarios. Un autor tan “antisistema”, que ha renunciado a los millonarios derechos de autor que le podrían llegar a corresponder por cada película basada en sus obras que ha salido hasta la fecha. Su importancia histórica se da por presentarnos a un Joker extremadamente perverso y contarnos por primera vez su origen en el cual, a pesar de todo, se lo humaniza bastante, mostrándonos que no solo él es el enfermo sino que la sociedad toda lo está.
El Joker como víctima de la sociedad. Como un ángel caído del sistema que nos dice que, por culpa de éste, todos podemos caer, y así logra apelar (más o menos) a un sentimiento de solidaridad por parte nuestra. Durante su trama, el protagonista comete atrocidades impresionantes y difíciles de describir para probar su punto, dejando incomodo a Batman, en una especie de jaque moral metiéndole agresivamente la pregunta: ¿Qué es lo que realmente nos diferencia a nosotros dos?
¿Todo esto sucede en la película? Sí.
La versión fílmica rescata en líneas generales y, durante la mayor parte del tiempo, todo aquello que sucedía en el cómic. Nos muestra escena tras escena (o viñeta tras viñeta) a un Joker enfermizo, más violento que nunca y con el objetivo de mostrarle a Batman y al mundo, su retorcida lógica.
Ahora bien, la película se queda corta. Dramáticamente se queda corta y literalmente: se alarga demasiado. Si quisiera contar solo aquello que sucede en el cómic, duraría unos 45 minutos. Por eso, se le sobre-agrega una historia nueva que nos presenta a Batgirl en todo su esplendor.
Una poco inspirada historia genérica de mafiosos protagonizada por ella que tiene como objetivo el mostrarnos como es su vida, su personalidad y sus motivaciones. Y por supuesto, cuál es su relación con Batman, un maestro por el cual siente una suerte de amor platónico.
Entonces acá empieza el problema. El desafío de representar bien la historia original, sumado a ajustarse al estándar cinematográfico de duración y al entretenimiento para propios y extraños que esto representa, hace que la historia quede algo dispersa.
Por una parte, Batgirl; por otra parte: el Joker. Y ésta que, supuestamente debería ser la historia fundacional del Joker, lo vuelve un personaje secundario, prácticamente. Sí, un personaje secundario en su propia película. Toda su esencia está ahí, pero algunos detalles fundamentales de la obra original, no. Sumados a la dispersión que comentábamos, la historia pierde fuerza y resulta menos impactante de lo esperable.
Es decir: casi todos los hechos de The Killing Joke, están ahí. Pero la exigencia por mantener la cinta en un metraje de 72 minutos hace que se haya dejado de lado el tiempo magro que la obra demandase y que el sobre-agregado que se hace, corre el foco de atención de El Joker a Batgirl.
A pesar de esto, la película funciona. La cruel historia de origen del Joker ahí está, descrita al pie de la letra y podemos enterarnos en la forma cómo fue convirtiendo en quien es ahora. Obviamente, tenemos a Batman correteando por ahí y dándole unas buenas trompadas a bandas de mafiosos, entre que dialoga con el Joker, con Batgirl y con Jim Gordon.
Entonces los pequeños detalles tal vez no sean tan determinantes para el espectador menos experimentado. Ahora bien, para la base de fanáticos que nombrábamos al principio, puede que sí. Ellos notarán un poco mejor, como la fuerza dramática de la obra original se pierde en el humo de una película que intenta sumar una historia extra para alargar su metraje en lugar de complejizar y/o tocar demasiado lo que ya estaba escrito en las historietas, por mero respeto artístico.
Párrafo aparte para una situación que va a resultar en una gran polémica para el espectador, en relación a lo que hace al espíritu de un personaje como Batman. Este hecho puede llegar a condicionar toda la película en sí y la va a hacer que sea recordada por esto. Una situación que no puedo contar acá, para no arruinarles la sorpresa.
En conclusión: Batman: La Broma Mortal es una película que funciona, contando lo que quiere contar y respetando en gran medida la obra en la que se basa. Pero con decisiones editoriales que dejan detalles fundamentales por fuera, un mayor nivel de dispersión y una prótesis narrativa que no resulta natural, pierde potencia y no logra alcanzar el tenor dramático que uno podría esperar, de una historia tan fuerte como ésta.
Por Lautaro Olivera