Origen: Argentina Año: 2015 Dirección: Daniela Goggi Guión: Alberto Rojas Apel, Cielo Latini (novela) Elenco: Maria Eugenia Suarez, Esteban Lamothe, Gloria Carrá, Rafael Spregelburd Producción: Hernan Guerschuny, Axel Kuschevatzky, Alejandro Montiel, Mili Roque Pitt, Pablo Udenio Distribuidora: Buena Vista Duración: 100 minutos. Estreno en Buenos Aires: 04/06/2015
No tan absurda
Basada en la novela homónima y autobiográfica de Cielo Latini (que no leí, por lo que fui a ver Abzurdah sin demasiada información previa), la película cuenta la historia de una adolescente de clase media-alta que vive en La Plata (Cielo, interpretada por Maria Eugenia Suarez) junto con sus padres (Gloria Carrá y Rafael Spregelburd) y sus hermanos menores. Abzurdah es el pseudónimo de la protagonista en un chat grupal al que entra luego de que una de sus amigas le “robe” a su anterior novio, el “amor de su vida”. Allí conoce a Alejo (Esteban Lamothe), un hombre diez años mayor con el que tiene una ¿historia de amor? ¿aventura? ¿capricho? que va y viene a lo largo de los años, llevando a Cielo a hacer cosas desesperadas y absurdas, para llamar su atención.
La campaña publicitaria del film no va con sutilezas: la joven llorando con el rimmel corrido, los labios reflejados en un espejo roto, y un tagline que reza “el amor duele” (con el que particularmente no estoy del todo de acuerdo, por lo menos no en los términos en los que lo plantea la protagonista). Sin embargo, afortunadamente, el film tiene más matices que la imagen que transmite en sus afiches, por lo que no podríamos insertarlo con tanta facilidad dentro de la “saga de anti-protagonistas”, sumisas, que nos dieron últimamente el cine y la literatura tanto en Crepúsculo como en 50 Sombras de Grey.
La elección del casting es muy inteligente y la dirección de actores logra crear personajes multidimensionales. María Eugenia Suarez funciona muy bien como adolescente “avivada” pero con poca autoestima, atraída fatalmente a un Esteban Lamothe que comienza cuasi-encantador (que nunca llegue a serlo del todo le da más credibilidad) y termina siendo, como mínimo, desconsiderado, llegando al maltrato. Completan el elenco Gloria Carrá y Rafael Spregelburd como los padres que sí, están preocupados, pero no tanto como para escuchar a tiempo.
Otro gran acierto de la narración es el de no intentar explicar por qué Cielo es así, sino que se dedica a insinuar posibles causas sobre el final, nunca señalando una como la exclusiva; esencialmente, Cielo vive con tanta “intensidad” desde mucho antes que comience el relato. Además, algo que la separa de Anastasia o Bella Swann es que, aunque está obsesionada, no es sumisa; esta construcción nos permite tener cierta esperanza hacia ella que, de no existir, haría imposible seguir viendo la película.
Sin embargo, algunos factores son confusos: saltos temporales algo abruptos resueltos con una voz en off que no termina de aclarar en qué momento de su vida nos encontramos, y, sobre todo, el tema del blog donde Cielo escribe sobre su anorexia, que nunca llega a desarrollarse y luego es eliminado por completo sin justificación diegética, sólo en un momento conveniente para causarle a la protagonista más angustia de la que ya está viviendo. De todas formas, dado que el film se centra más en la relación entre Cielo y Alejo, estas pequeñas preguntas pasan de largo sin perjudicar demasiado esa línea argumental.
El último acto está poco desarrollado; desconozco si esto proviene de los límites de la novela o si fue una decisión de adaptación. De golpe el ritmo de la narración se acelera, como si se acordara tarde que tenía que llegar a la culminación de la historia. Luego, hay un gran salto temporal. Creo que ese salto en la vida de Cielo era un buen lugar para profundizar un poco más, aunque quizás sería otra película.
Además, los textos que sobreimprimen el final hablando sobre los trastornos alimenticios tienen un cierto rasgo moralizante que el film no necesitaba, sobre todo porque ese no es el tema central. Sin embargo creo que este recurso, aunque no el más afortunado, también colabora a que esta historia no pueda leerse dentro de la “saga de las antiprotagonistas”, lo cual no deja de ser positivo.