Sección: Pasiones
Como fanático del basket estaba obligado a ver este film. La generación dorada marcó la vida de muchos, impulsó a mucha gente que no era seguidora de este deporte a prender la televisión para ver a un equipo nacional que demostró una actitud y un compromiso motivador que atravesaba la pantalla.
Todos los jugadores que estuvieron en el seleccionado argentino de basket (entre 1999 y 2016) respetaron esa mística y la llevaron como una bandera. Excedió completamente a Ginobili, Scola, Oberto o los principales protagonistas, de alguna forma continúa con la nueva camada de Campazzo, Laprovíttola, y demás.
Por eso es injusto decir que “Jugando con el alma” es una película sobre la generación dorada. Porque es posible que como fanático del basket uno tenga la expectativa que se muestren partidos, logros, que el film sea un retrato de esas batallas ganadas y perdidas, y el objetivo de este trabajo supera absolutamente eso.
Se trata una película sobre la actitud y la garra de la generación dorada. En realidad más que una película, se trata de una mini-serie de dos horas, dividida en cuatro capítulos de media hora. Cada capítulo muestra una etapa de la vida de los jugadores, las primeras etapas se centran en los orígenes y los primeros pasos profesionales de los jugadores más destacados del equipo: Scola, Ginóbili, Nocioni, Oberto y Pepe Sánchez. En los últimos dos se ven los inicios de la generación dorada hasta llegar a la gloria máxima.
A lo largo del trabajo se ve muy bien la química, el esfuerzo, el sacrificio, el talento y el diferencial de cada uno de ellos dentro del equipo. Si bien al principio da la sensación que solo se focaliza en los 5 máximos exponentes, implícitamente vemos que ellos fueron elegidos para retratar el camino, pero que para todos el trayecto – desde Palladino a Lucas Victoriano o Wolkowyski, etc – fue igual.
Hay momentos graciosos y tristes, curiosidades, un buen trabajo de campo y grandes testimonios. Si bien es imposible abarcar todo, se destacan hechos que son bien conocidos desde adentro y que incluso para algún conocedor puede haber pasado inadvertido. Quizás el hecho de haber culminado en Atenas 2004 y no continuar con el resto de la competencia que tuvo el equipo, pudo haber dejado gusto a poco, pero teniendo en cuenta que se presentó como película y no como mini-serie fue una decisión acertada -sino teníamos una segunda versión de «La flor» (2018) en este festival.
Jugando con el alma es un trabajo que llama la atención tanto del público conocedor y seguidor del basket, ya sea para recordar, emocionarse nuevamente y enterarse de algún dato desconocido, como de aquellos que solo vieron los partidos en los Juegos Olímpicos y les motiva la figura de Manu Ginóbili o Scola.
Por Germán Morales